Recientemente, el Presidente electo difundió un mensaje en redes sociales relativo a que, en relación al tema de la seguridad y la violencia generalizada en el país –que en los últimos días ha tomado tintes y escalamientos sin precedentes–, era necesario avanzar hacia un acuerdo de nación entre las fuerzas vivas del país.

Un gran acuerdo nacional para poder hacerle frente a un problema de extrema envergadura, y que ha llegado al nivel en que ha llegado, producto de las erráticas, indebidas, no idóneas y hasta facilitadoras, de gobiernos que, o no entendieron la dimensión del problema –o no quisieron entender a conveniencia- o no pudieron formular políticas públicas criminales adecuadas para resolverlos. Personalmente me inclino a pensar que no lo quisieron entender interesadamente. Esto comenzó e inició durante los gobiernos de ARENA, y ellos deben tener la sinceridad política de aceptarlo, si desean tener meridiana credibilidad en relación a su futuro político.

Pero la convocatoria a las fuerzas vivas del país trasciende por mucho a la clase política tradicional del país, pues es mi personal y particular parecer que, reducirlo a ésta, sería volver a depender de la concepción-desconcepción-entendimiento-falta de entendimiento-visión o ausencia de ella-compromiso con las mayorías o con élites minoritarias, etc.- de los mismos de siempre, esto es, de la misma clase política partidocrática y moribunda que poco o nada –y más bien ha sido la causante- le ha aportado a resolver el grave problema de la seguridad en el país. Esos que en su visión sectaria de la realidad, les ha sido históricamente más importante velar, legislar, gobernar y hasta justiciar en favor de unos cuantos, de una minoría, y no en favor de las grandes mayorías empobrecidas de este país.

Para resolver el grave y profundo problema de la seguridad y la violencia en el país, pienso que el presidente electo considera que sólo puede hacerse mediante un acuerdo nacional, por el cual las fuerzas sociales, económicas y políticas, puedan aportar cada uno su acervo de experiencia, su acervo de voluntad, su aportación material, su compromiso de no colaboración con el problema, su participación activa como agente de cambio y combate-prevención, con mente abierta hacia las propuestas de solución audaces innovadoras, y por sobre todo, anteponiendo de una forma sincera genuina y honesta, los intereses de las mayorías del país, por encima de cualquier élite o minoría de cualquier tipo.

Así pues, es mi particular opinión que el Presidente electo debe convocar a las fuerzas vivas y organizadas del país, más allá del “establishment” político –aunque sin cuidadosamente excluirlo- para poder acordar la solución al grave e ingente problema de la seguridad y la violencia en el país, que además de ser multidimensional, estructural, cultural e histórico, que tiene a la vez también causas estructurales, diversas e históricas y que por ende las soluciones al mismo son multidimensionales, holísticas, estructurales, históricas y culturales, por lo que tales soluciones pasarán por una especie de mudanza psicosocial en el sentido que en casi todas las áreas de funcionamiento de esta sociedad, y en casi todos los niveles de acción social, económica, política, familiar, recreativa, cultural y hasta lúdica, deberá haber un aporte significativo de cada uno de los actores en cada rama o actividad, a la solución de dicho cáncer social. De otra forma o manera será virtualmente imposible encontrarle una solución, porque dicho cáncer ya hizo metástasis, desde hace rato.

Si el “establishment” político no entiende –ni quiere entender- y no participa de esta actividad de solución de esta manera a dicho problema, pues deberá estar clara que, con dicha decisión, estarán más aceleradamente cavando su propia tumba, pues cuando la gente vea los progresos que en dicha materia se dan en términos de solución a tal inmenso problema, y que además esta partidocracia sea percibida por la población como parte del problema y no de la solución, entonces deberá estar clara y consciente que su inminente fin se acerca y que otra realidad política les sustituirá, pues en política siempre hay una larga fila esperando ocupar el “espacio vacío”. El problema principal de este país se llama corrupción, parece hasta difícil de entender para quienes no lo comprenden bien, pero aún por encima del problema de la seguridad y la violencia, el principal problema del país se llama corrupción, sí, porque la corrupción impide que haya recursos suficientes para la seguridad, pervierte a los agentes del orden, drena los recursos hacia otras cosas, corrompe legisladores para aprobar leyes idóneas para su combate, en fin, es la raíz de todos los males ¿Será que el verdadero acuerdo nacional deberá ser lo relativo a la corrupción? Sólo el señor Presidente electo lo decidirá…