Dos de cada 10 ninis "reales" han buscado trabajo antes y cuatro de cada 10 han trabajado, afirma un estudio del BID y Fusades. /DEM


Un nuevo estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), elaborado junto con la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades), revela que el número de jóvenes considerados “ninis” - que no estudian ni trabajan- no son precisamente personas improductivas.

El informe “Millennials en América Latina y el Caribe, ¿trabajar o estudiar?” abarca nueve países de la región y se basa en información obtenida con entrevistas a más de 15,000 jóvenes de entre 15 y 24 años. En El Salvador, el Centro de Investigación y Estadísticas (CIE) de Fusades se encargó de recolectar las impresiones de 1,442 jóvenes del Área Metropolitana de San Salvador (AMSS).

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Los resultados para el país, presentados este lunes en San Salvador, indican que el 53 % de los jóvenes entre 15 y 24 años que residen en el AMSS se dedican solo a estudiar o reciben capacitaciones, mientras el 16 % solo trabaja. El 8 % combina ambas actividades y el 24 % podría considerarse nini.

No obstante, los llamados ninis no están sin hacer nada, “no son vagos”, afirmó Margarita Beneke de Sanfeliú, directora del CIE, durante la presentación del estudio. El 95.6 % de se dedica a labores o negocios domésticos y el 53.5 % al cuidado de familiares. Este porcentaje es tan alto porque hay más mujeres ninis que hombres. El 19 % de los hombres son ninis, frente al 30 % de las mujeres. Una de cada dos ninis mujeres se dedica al trabajo de cuido no remunerado, señaló Beneke, al que dedican un promedio de nueve horas diarias.

Además, el 44.1 % está buscando trabajo y otro 0.9 % tiene alguna discapacidad. El 0.8 % de los ninis no está desarrollando ninguna de estas actividades y no tiene discapacidad. Por ello, solo el 5.29 % de los jóvenes salvadoreños entre 15 y 24 años puede llamarse nini. Aun así, dos de cada 10 de ellos han buscado trabajo antes y cuatro de cada 10 han trabajado.

¿Qué dificultades enfrentan los jóvenes para continuar sus estudios, trabajar o realizar ambas actividades? El estudio señala que la inseguridad, lejos ser provocada por los ninis como suele pensarse, contribuye a que algunos jóvenes no estudien ni trabajen. El control territorial de las pandillas, indicó Beneke, limita el acceso a educación y empleo. Por ejemplo, casi cuatro de cada 10 hombres de 15 a 17 años señaló que no estudian por la inseguridad.

Además, los jóvenes que residen en zonas de pandillas son estigmatizados y se les dificulta encontrar un empleo, indicó la experta de Fusades. A esto se suma un mercado laboral difícil: entre 2008 y 2017, se perdieron casi 10,000 empleos para jóvenes, mientras las oportunidades laborales para otros grupos etarios se recuperaron de la caída experimentada durante la crisis internacional y siguieron creciendo.

Los que logran insertarse en el mercado laboral, sin embargo, tienen empleos precarios. El 74 % de los jóvenes trabaja en el sector informal y el 47 % gana menos del salario mínimo, señaló Beneke.

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