El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva salió libre ayer de la cárcel de Curitiba (sur) donde purgaba una pena de más de ocho años de reclusión, tras beneficiarse de una decisión de la Corte Suprema.

El líder histórico de la izquierda salió sonriente de la sede de la Policía Federal, donde cumplía su pena desde abril de 2018, y fue rodeado por una multitud enardecida de partidarios que lo aclamaba.

Su compañera sentimental, Rosángela da Silva, con quien anunció que se casaría una vez libre, lo abrazó apenas salió del recinto.

Un juez de ejecución de penas determinó poco antes que ya “no existen fundamentos para la ejecución de la sentencia”, después que la Corte Suprema decidiera el jueves que nadie puede ser encarcelado mientras tenga recursos legales disponibles.

La presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, afirmó previamente que Lula tiene la intención de “agradecer” a las personas que realizan una vigilia de apoyo en Curitiba “desde hace 580 días” y que una de sus primeras actividades previstas será visitar el Sindicato de los Metalúrgicos de las afueras de Sao Paulo donde inició su carrera política.

La decisión de la Corte Suprema debe llevar a los tribunales a examinar la situación de unas 5.000 personas. No todas serán sin embargo liberadas, porque los casos de mayor peligrosidad tendrían dictada prisión preventiva.

Un abogado de Lula, Cristiano Zanin, dijo que el expresidente (2003-2010) “está muy sereno”. “La decisión de la corte suprema le dio una luz de esperanza de que pueda haber justicia. Nuestra batalla jurídica, nuestro foco, es obtener la nulidad del proceso”, agregó.

Lula fue condenado como beneficiario de un apartamento en el litoral de Sao Paulo, ofrecido por una constructora a cambio de contratos en Petrobras.

Pero el exsindicalista niega los cargos y se considera víctima de una manipulación judicial para impedirle presentarse a los comicios presidenciales de 2018, en los que resultó elegido Jair Bolsonaro.

Su postura ganó fuerza cuando Bolsonaro designó ministro de Justicia al juez Sergio Moro, emblema de la operación anticorrupción Lava Jato y autor de la primera condena contra el expresidente.

Moro afirmó ayer que la decisión de la corte suprema “debe ser respetada”, pero sostuvo que “continuará” defendiendo la prisión después de una condena en segunda instancia.

“El Congreso puede, de todos modos, modificar la Constitución o la ley” para permitirlo de nuevo, agregó.

 

Prisión y libertad

 

En 2017, Lula fue condenado en primera instancia a nueve años y seis meses de prisión por el juez Sergio Moro, por recibir sobornos de la constructora OAS a cambio de contratos millonarios.

 

En abril pasado, Lula fue declarado culpable por un tribunal por aceptar trabajos de renovación en una casa de campo a cargo de compañías que establecieron contratos amañados con la petrolera estatal Petrobras durante su gobierno. Fue condenado a 12 años y 11 meses.

 

Un juez determinó ayer que ya “no existen fundamentos para la ejecución de la sentencia”, después que la Corte Suprema decidiera el jueves que nadie puede ser encarcelado mientras tenga recursos legales disponibles. Lula fue liberado de prisión ayer.