La mamá de Óscar Martínez, el joven de 25 años que se ahogó en las aguas del río Bravo, México, espera que las autoridades salvadoreñas le informen la llegada de los restos mortales de su hijo y su nieta Valeria de casi dos años, luego que murieran el domingo 23 de junio pasado.

Ayer, a través de una llamada telefónica a este medio, doña Rosa Ramírez, mamá de Óscar, confirmó que no ha tenido noticias y que está a la espera de la comunicación del gobierno.

Hasta ayer en la tarde, medios internacionales informaban que los cuerpos aún estaban en suelo mexicano. También se conoció que la velación de los restos será en la funeraria municipal de San Salvador, pero que es cancillería quien organiza la logística.

Ante las opiniones del caso y el fenómeno migratorio, el presidente, Nayib Bukele, dijo ayer que se puede reclamar a Estados Unidos, pero que la solución está en manos de los salvadoreños.

“Si nosotros no arreglamos nuestra casa, si no hacemos que poderse quedar aquí en El Salvador, con oportunidades, esto va a seguir pasando”, dijo el mandatario.

Sin embargo, el cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez opinó que la política migratoria del país norteamericano ha sido un “error grave”.

“Es un error grave en la forma en cómo se esta manejando la política migratoria desde los Estados Unidos y este hecho tan doloroso lo ha dejado al desnudo”, dijo el prelado.

 

Su rutina

Quizás por su delgadez, Tania Ávalos, salvadoreña de 21 años, llamaba cariñosamente “sequito” a su esposo Óscar Martínez, quien cumpliría 26 años en julio. Valeria, su robusta pequeña de casi dos años, era la “gorda” para quien buscaban una vida mejor en Estados Unidos.

Soñaron más allá de fronteras, penurias y de los 3,200 kilómetros que recorrieron con terca esperanza. Solo la corriente del río Bravo, cuya aparente mansedumbre confunde a los desprevenidos, pudo quebrar a los Martínez Ávalos, a pocos metros de sortear uno de los obstáculos mayores.

En shock, Tania vio la tarde del domingo cómo Óscar y Valeria eran arrastrados y tragados por el río, el límite natural entre México y Estados Unidos. No supo más de ellos hasta la mañana del lunes.

Bomberos y rescatistas mexicanos hallaron sus cuerpos flotando, fundidos en un abrazo protector que ha estremecido al mundo, pues refleja con devastadora elocuencia el drama de la migración ilegal de Centroamérica a Estados Unidos.