Nadie desconoce que la economía salvadoreña ha quedado destruida después de haber cerrado por un lapso aproximado de seis meses debido al Covid-19, pero con una pésima intervención del gobierno central con respecto a la ausencia de equilibrio entre la productividad y la prevención, dado que se le dio supra énfasis a la prevención, con ello se descuidó el ingreso monetario de millones de salvadoreños que ahora viven las consecuencias de tan nefastas decisiones, lo grave del asunto es que no solo se tildó de avaros y vanidosos a los trataban de salir en medio de la pandemia para lleva el alimento digno al hogar.

Sino que además otros miles de compatriotas fueron llevados a centro de detención por violar la cuarentena, en este contexto es entendible que ciertas personas inconscientes salían por cualquier causa, pero también es cierto que una buena parte de estos ciudadanos salían, porque necesitaban llevar con urgencia el alimento a sus hijitos, dado que el virus sigue siendo una probabilidad, pero el hambre es una certeza impostergable que ahora vive el pueblo de El Salvador, de modo que para un funcionario público con un salario ostentoso más emolumentos adicionales era fácil criticar a las personas que andaban en la rebusca.

De manera que la arbitrariedad con la que se cerró la economía por parte del gobierno central ha traído como consecuencia que de cada diez empresas que cerraron cuatro quebraron, dado que perdieron liquidez para continuar operando, de tal suerte que esta situación provoco que el Seguro Social perdiera alrededor de 90,000 afiliados, todo ello es con respecto al sector formal, pero cuando dirigimos la mirada al sector informal los estragos son mayores, ya que la cosmetóloga, el peluquero, el zapatero, el lustrador, el vendedor ambulante, el comerciante en pequeño y el artesano, son los más afectados.

Dado que a muchos de ellos en la actualidad los están lanzando a las calles, por no poder pagar el canon de arrendamiento, y como si esto fuera poco, están perdiendo sus pertenencias debido al impago en las diferentes casas comerciales, pero esto solo es la punta del iceberg que ahora azota a los salvadoreños, ya que los verdaderos efectos de la improvisación, de los despilfarros, del endeudamiento irracional del Estado y del exceso de compras de bienes y servicios sobrevalorados de parte de la Presidencia de la República, se verán en los años venideros cuando el precio de una tortilla llegué a un dólar.

En ese momento, aquellos salvadoreños que aplaudieron todas las decisiones irracionales del presidente, se arrepentirán de haberle dado el espaldarazo a una persona que su enfoque se circunscribe únicamente a su bienestar personal y su imagen, así como la acumulación del poder. Ahora bien, ninguna de las promesas efectuadas por el presidente en medio de la pandemia se han cumplido aún, no existió ni existe a la fecha un plan de reapertura económica, vamos en el mismo barco del 01 de junio 2019, el de la “improvisación” no ha llegado el plan de alivio económico para la micro y pequeña empresa.

Los créditos blandos anunciados que se darían por medio de Bandesal, continúan brillando por su ausencia, la compensación que se ofreció por medio del ISSS del 50% del pago de las planillas de empleados, es de paradero desconocido, en consecuencia, la economía familiar de millones de salvadoreños está en estado crítico, es posible que todo esto provoque en un tiempo no muy lejano una inmigración masiva hacia los Estados Unidos de cientos de compatriotas, así mismo puede existir la posibilidad que haya un aumento a los niveles de delincuencia por la ausencia de empleos y de oportunidades.

Así que en este contexto lo más importante es que el gobierno se ponga a trabajar con el sector productivo, creando un plan en conjunto que reactive la economía mediante incentivos fiscales para que haya inversión local, de igual forma se deberá estimular la atracción de inversión extranjera, para ello se deberá dejar los revanchismo políticos y el gobierno poner sus barbas en remojo y que entienda que la riqueza y las fuentes de empleo se generan desde el sector productivo y no al revés, por lo tanto la generación de empleo debería ser la mayor apuesta del gobierno central.