ENADE, como foro por excelencia del sector privado, fue una magnífica oportunidad para que el gobierno fijara las bases de una relación positiva con el empresariado, pero pese a la enumeración de proyectos en marcha, muchos de estos iniciados durante la administración efemelenista, en ningún momento se dio una fórmula de interacción del gobierno con el sector.

Hay cosas en política, que no se deben leer entre líneas: por ejemplo, hay inversiones, sí, pero los hechos concretos no aparecen por ningún lado aunque, se quieran ver signos de un futuro asocio político entre las partes. Bastaría ver que en el viaje del presidente a Asia, con fines en apariencia comerciales, no se hizo acompañar por representantes de las gremiales empresariales, como piezas de una articulación coherente con las fuerzas influyentes del país.

ENADE , como expresión clara del sector productivo, quedó de este modo, reducida a un simple monólogo en el que no participa, realmente el gobierno. No es redundante concluir que en el futuro político-económico del país no se toma en cuenta al sector productivo en las políticas de desarrollo nacional del gobierno, a pesar de haberse firmado recientemente, un acuerdo de entendimiento entre las partes.

Tal parece que, al marginar la participación de la empresa privada en sus planes de gobierno, la limita a un reducido grupo de sus más allegados. Basta con ver quienes fueron los integrantes de la comitiva en la reciente gira por Asia para darse cuenta de ello. Esto también mueve a preguntarse cuánta importancia tiene este viaje que incluye a Japón y a Catar como aparentes justificaciones para alcanzar el horizonte chino.

La preocupación de los Estados Unidos, respecto a la cada vez más estrecha vinculación del gobierno con China continental, se percibe en la advertencia de la embajada de ese país, sobre los riesgos que El Salvador correría con un asocio semejante. Resulta sencillo detectar el temor de que la aproximación china a América Latina, y de paso en El Salvador, se trate de un efecto de resonancia colateral de la “guerra comercial” entre China y Estados Unidos.

Tal parece que ha llegado el momento crucial en el que el gobierno salvadoreño debe responderle a su socio estratégico principal, la pregunta de: “¿Estás conmigo o contra mí…?”

Hay otras interrogantes: ¿Por qué es tan importante China para el gobierno y su pequeño círculo de poder? ¿Qué hay detrás de la compra de la isla Perico y de otros inmuebles situados en la jurisdicción de La Unión?

No hay que perder de vista que algunos pobladores de la isla tienen más de 30 años de residencia en el sitio, lo cual les da el derecho de posesión adquisitiva, es decir, los convierte en dueños de sus inmuebles, mediante un proceso de legalización. La parte vendedora de la isla, debe responder a los derechos adquiridos de estos habitantes, quienes pueden exigir ser representados por el Estado.

Es constitucional que el Estado se pronuncie en nombre de aquellos que no pueden valerse por sí mismos, es decir, en este caso, garantizar la posesión de los inmuebles particulares en la isla.

El tiempo ha llegado para que las asociaciones que protegen los derechos humanos, la propia Procuraduría de los Derechos Humanos, local e internacional, se muestren parte de oficio, en la investigación de lo que realmente está ocurriendo en la isla Perico. De lo contrario se incurriría en el absurdo político de que el gobierno salvadoreño, quien recibió el poder de la mayoría de votantes, se ponga a la par de intereses extranjeros, en menoscabo de los derechos que asisten a sus connacionales.

Hace más de un año se produjeron convenios de cooperación y comercio entre China y El Salvador, previa ruptura de relaciones con China-Taiwán, gestionados por el gobierno del FMLN y retomados, como herencia política, por el actual gobierno.