Claudia Guzmán, empresaria mexicana


La presidenta del Instituto para el Desarrollo Democrático y Competitividad y Comisión Nacional de Desarrollo Democrático de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), estuvo en El Salvador para impulsar lazos para el intercambio de conocimiento y buenas prácticas en torno a la responsabilidad social empresarial y su relación con la democracia.

 

¿Estos lazos para las buenas prácticas no existen?

Lo que he visto en El Salvador es que no existe ni siquiera la cultura de la responsabilidad social empresarial y mucho menos con esta perspectiva, nos gustaría mostrar que, si nosotros establecemos esta ruta de acompañamiento y lo incorporamos a la cultura del desarrollo, es posible que los países tengan esta mirada del fortalecimiento de sus capacidades y que pudiera ser una ruta de la reducción de la pobreza y la desigualdad.

 

¿En qué consiste esta iniciativa?

Te comparto cómo es Coparmex. Es un sindicato de patrones cuyo objetivo es defender los intereses patronales, comprendemos 65 centros empresariales, el centro empresarial del cual provengo es Ciudad de México. Las comisiones de trabajo que tenemos abarcan desde salud, vivienda, desarrollo urbano, competitividad, desarrollo democrático. Coparmex ha trabajado bajo los principios de integridad, integración de los estados de bienestar y de bien común, donde no solamente se observan intereses económicos, sino vértices a través de los cuales se pueda generar la construcción de un Estado de Derecho que permita el desarrollo económico, político y social del país. Integramos más de 36,000 empresas del país.

 

¿El financiamiento es interno?

Es a través de los empresarios a través de nuestras cuentas de afiliación, como integrantes de Coparmex no recibimos un sueldo como tal. Somos empresarios que trabajamos de manera voluntaria. No recibimos subvención del gobierno ni somos parte del sistema de partidos, nos permite una voz imparcial.

 

¿Con quiénes se ha coordinado en El Salvador?

Lo que hemos hecho primero es crear la red y luego compartir la práctica, satisfactoriamente vemos que hay un gran espacio de oportunidad porque no existe esta cultura en El Salvador, el sector empresarial está íntimamente relacionado con los sistemas de partidos, por lo menos a las asociaciones a las cuales tuve la oportunidad de dirigirme y tener contacto. En este momento, se encuentra una gran oportunidad para poder mostrar las posibilidad de establecer nuevos criterios y culturas hacia el desarrollo, hacia la política de la colaboratividad, que es muy distinto a solamente trabajar en el sentido de generar esquemas de subvenciones para las personas que tienen menos acceso. Es establecer rutas a través de la cultura empresarial. En El Salvador no existen estas políticas, sí hay esfuerzos, lo que hay que establecer son las articulaciones y trabajar en proyectos y programas de la mano con el gobierno, sobre todo que se encuentran en un buen momento, en un gobierno de transición. He tenido la oportunidad de platicar con algunas autoridades, sin embargo, creo que habrá la necesidad de venir a completar el trabajo de la sensibilización y mostrar cómo funcionan estas iniciativas.

 

¿A qué se refiere cuando dice no hay cultura hacia el desarrollo? Algunas empresas sí tienen programas de responsabilidad empresarial.

Hay una responsabilidad social empresarial pero no con esta perspectiva, la democrática, no se trata de politizar a las empresas, sino de culturalizarlas hacia la ciudadanización de los procesos hacia la participación ciudadana y de incentivar participación ciudadana de calidad, informada, donde las personas que integran las empresas también se miren como objeto de la transformación política, no solamente mirar a los procesos que se viven en los países como procesos de elecciones, la participación ciudadana es mucho más, debería tenerse en una constante de la nueva cultura cívica y que la empresa se convirtiera en un educador de esa cultura cívica a través de proyectos y programas donde la responsabilidad social empresarial es aquella que garantiza la sustentabilidad mirada como la buena administración de los recursos para las siguientes generaciones.

 

¿Es decir que los programas no se limiten a ser sociales?

De medio ambiente...

 

¿Esta iniciativa responde a una necesidad de fortalecer la democracia en la región vulnerada últimamente?

Lo que observo de manera particular no solo en el sistema democrático, creo que es un problema de la crisis de los partidos, donde en la región hay una deficiencia de credibilidad, lo que se necesita no es crear más partidos, sino fortalecer la participación de la ciudadanía a través de propuestas, sobre todo generar un clima de exigencia pública y un debate razonado hacia una cultura de la paz. Hace falta muchísimo en la región para sostener el andamiaje institucional a través de la cultura de la legalidad. Si no trazamos los mecanismos para llegar a esta cultura, se verán debilitados el sistema, la democracia, sino la paz de la región. Desde ahí es urgente que podamos establecer redes de colaboración internacional. El Instituto que presido tiene esta mirada, visibilizar lo que están haciendo los países, las organizaciones, muchas trabajan por la transparencia.

 

Muchos le temen al populismo. ¿Ve riesgos?

Lo que veo riesgo es la falta de fortaleza democrática, donde no se están construyendo políticas hacia pluralidad, progresividad de los derechos humanos y de cumplir objetivos que ya no solo tienen miradas locales, donde todos los países tenemos la obligación de establecer soluciones. Lo más fácil es generar paliativos sociales que obedezcan a la tranquilidad...

 

...es más atractivo electoralmente...

Más atractivo electoralmente. Pero no podemos quedarnos hacia esta sustentabilidad con las soluciones que han tenido ya estas prácticas durante décadas y no es hacia allá donde tendríamos que tener la garantía, el desarrollo que exigen las nuevas generaciones.

 

Usted hablaba de aumentar la calidad de la participación ciudadana. ¿Cómo ve esto en las redes sociales?

Es una gran oportunidad porque la calidad debe obedecer a procesos y, mientras no podamos blindar cuál es el proceso al cual obedece la dinámica de las redes sociales, estarán vulneradas a través de las noticias que se pueden detonar historias de falsas noticias que derivan en comportamientos y tomas de decisiones, si no hay una calidad para identificar cuáles son las noticias producidas. Debe haber una cultura de la comunicación y comprender cómo ahora hay una hipercomunicación, hipermediatización de la información, hiperglobalización y que, si no comprendemos la velocidad con la que se mueven los comportamientos y la forma en que la gente quiere obtener información. Ni se diga, en El Salvador ganó un presidente con un gran margen (de 21 puntos) gracias a estos medios. Si no buscamos que esta participación tenga esta calidad a través de procesos de verificación y de exigencia que sean mecanismos veraces, estará muy acotado a la reacción en medios y redes sociales.

 

En el país no se ha instalado una Cicies respaldada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sino la Organización de Estados Americanos (OEA). ¿Quién tiene que recomponer la lucha anticorrupción de El Salvador?

Tiene que hacerlo su propia gente y tiene que hacerlo de manera autónoma, con organismos autónomos, como lo estamos haciendo en México, en un sistema que le permitan no solo revisar los casos en el sistema Ejecutivo, sino todos los niveles, a nivel público, federal, incluso privado, porque la corrupción es de las dos partes. Al depender del Ejecutivo, se hace dependiente de las decisiones del Ejecutivo, esto es lo que lo podría hacer vulnerable, tendría que ser a través de instancias que sostengan un andamiaje institucional como el acceso de información, el acceso a mecanismos como la tres de tres a todos los niveles.