Paulina (nombre ficticio) es una jovencita salvadoreña de 29 años, de fuertes valores morales, educación, integridad y recia fortaleza, adquiridos en su hogar, colegio y Universidad católicos. Por todo lo descrito, Paulina puede perfectamente calificársele como verdadero ejemplo de lo que debe ser el sexo femenino luchador hacia el bien en este Mes de la Mujer.

Hace seis años contrajo matrimonio estableciendo su residencia en Guatemala. La pareja, profundamente enamorada, divisaba una vida plena de felicidad.

No obstante y cómo en todo matrimonio, no todo fue color de rosa y pronto surgió una adversidad: dificultad en procrear. Paulina padecía grave endometriosis. Un día estuvo a punto de sufrír una histerectomía por profusa hemorragia y anidaciones ya en la vejiga e intestino debiendo ser intervenida de emergencia. Hubo más cirugías, pero no obstante los nada alentadores presagios médicos de concebir, aún diagnósticos de la Cleveland Clinic en Miami, no perdió su fe.

Decidieron con su esposo visitar un especialista en fertilidad. Al examinarla le espetó que su estado era tan complicado que seguramente jamás podría ser madre. Su esposo -dice ahora-, sintió tanta ira cuando le planteó a su adorada Paulina tan despiadada y rudamente tal diagnóstico que se contuvo para no golpearlo. No obstante, el médico les ofreció alternativas de tratamientos que él podría proveerles, presentándoselas cómo únicas posibilidades aunque sin comprometerse a resultados. Estos eran el programa in-vitro o el implante-embrionario. Inmediatamente ambos esposos declinaron aceptar tales técnicas porque iban en contra de sus principios y querían concebir un hijo de la forma que mandata la Ley Natural. Él les ofreció una tercera opción que era el tratamiento de ovulación múltiple, pero que dado el comprometido estado de Paulina era difícil que se lograra un embarazo. Ella decidió probar tal procedimiento.

Toda su familia estuvo en continua oración desde entonces. Pasó un año y nada y aunque por momentos Paulina parecía flaquear pues el método era doloroso, su fortaleza, su fe y las oraciones de todos la levantaban.

Un día vino a El Salvador de visita y allí una amiga la instó a ver a un sacerdote de la India, Padre Thomas Matthews, que tiene el Don de Sanación y precisamente ese fin de semana se encontraba aquí. Al día siguiente Paulina y su esposo fueron a su disertación. Vieron cómo a decenas de personas les imponía sus manos y descansaban en el Espíritu.

Ellos no lo hicieron. El sacerdote se acercó a ella y sin conocerla, -y para su sorpresa-, le dijo, “Dios ve tu fidelidad, tu sanación está en proceso y tendrás hijos”. Por vivir ellos en Guatemala el Padre Thomas les invitó a su próxima ceremonia de sanación en ese país. Les incitó seguir pidiendo a Dios el milagro, visitar al Santísimo y acudir a la Eucaristía.

El recién pasado 12 de diciembre, -2018-, (día de la Virgen de Guadalupe), acudieron ambos a la cita concertada con el Padre en Guatemala. Él los bendijo, les impuso sus manos y pudieron descansar en el Espíritu. Luego, dirigiéndose a Paulina le dijo “Has sido liberada y ustedes tendrán hijos”: “You are free and you will have children”.

En enero de 2019 tenían cita con el ginecólogo. Este se quedó estupefacto y le preguntó ¿Pero qué hiciste Paulina?¡Estás limpia sin endometriosis! Al referirle Paulina lo sucedido con el sacerdote, el médico preguntó ¿Es un sacerdote de la India? ella asintió sorprendida ¿Cómo lo sabe? Respondiendo él: “Es que tengo otra paciente que por su intercesión quedó sana y está embarazada”.

En Febrero, Paulina y su esposo confirmaron, después de 6 años pidiendo este milagro, que estaban esperando un bebé. Este Lunes 11/3/19, cumplió seis semanas de embarazo.

Esta historia sucedida ahora en Cuaresma es para toda persona incrédula/atea, evidenciando que Dios y los milagros existen.