Las grandes crisis económicas necesitaron en el pasado políticas contundentes. Y esta vez no será distinto. Aún queda fresco en la memoria de todos, el despliegue de los bancos centrales y gobiernos para rescatar al mundo de la crisis financiera que estalló en 2008. Ahora, 12 años después de la gran recesión, los expertos auguran que la crisis sanitaria del nuevo coronavirus nos dejará graves problemas económicos.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica que la economía global se contraerá un 3% en 2020. Muchos gobiernos ya han puesto manos a la obra para responder a una situación sin precedentes, que tal vez pueda encontrar valiosas lecciones en cómo se combatieron otras de las grandes recesiones en la historia. Los tiempos de coronavirus traen otra vez predicciones oscuras: el Fondo Monetario Internacional (FMI) vaticinó que el impacto negativo de la crisis generada por el covid-19 sobre la economía mundial será el peor que ha vivido el mundo en casi un siglo. “Anticipamos las peores consecuencias económicas desde la Gran Depresión”, proyectó la directora de la institución financiera. De acuerdo con la estimación del FMI, el crecimiento económico global este año será “fuertemente negativo” y para 2021 solo se verá una “recuperación parcial”. “Hace solo tres meses, esperábamos un crecimiento positivo del ingreso per cápita en más de 160 de nuestros países miembros en 2020. Hoy, ese número ha cambiado: ahora proyectamos que más de 170 países experimentarán un crecimiento negativo este año”.

Ha pasado poco más de tres meses desde que la pandemia iniciara su brutal golpe sobre la salud de cientos de salvadoreños y sobre la economía, debemos comenzar a prepararnos para superar la crisis económica en que hemos caído por responder a la crisis de salud. Es necesario unir esfuerzos y abrirnos a un diálogo constructivo de todos los sectores respecto al gran reto que nos espera en materia de reactivación económica. Ricardo Monge González, Ph.D, habla de la importancia del apoyo al sector productivo. “Es necesario entender que en esta crisis hay actividades potencialmente ganadoras y perdedoras. En el primer grupo, tenemos productos agrícolas básicos, comercio electrónico, cuidados de salud y personales, procesamiento de alimentos, distribución y logística, accesorios y equipos médicos, y otros servicios de la salud; mientras en el segundo grupo, tenemos al turismo, servicios de aviación y marítimos, construcción y bienes raíces, manufactura de productos no esenciales, servicios financieros, educación y combustibles”.

De lo anterior, podemos inferir que entre más actividades ganadoras tengamos y mayor sea su peso relativo en la economía, menos difícil será la tarea de la reconstrucción económica. Es vital diseñar los programas de apoyo a los diferentes sectores, según éstos sean ganadores o perdedores, y en este último caso, según sea el grado de impacto que tiene la crisis sobre las actividades. Así, en el caso de los ganadores, una apropiada política de fomento a los encadenamientos productivos vierte especial importancia, ya que estas actividades pueden generar un efecto arrastre importante de otros sectores.

Otra referencia de política consiste en desarrollar y poner en práctica planes de educación técnica rápida y enfocada. La industria de dispositivos médicos, por ejemplo, está desbordada de trabajo en este momento y empresas basadas en las Tecnologías de Información y Comunicación (TICs). Requerimos contar con capacidad para una amplia reingeniería de la fuerza laboral. Una gran oportunidad para las escuelas técnicas. Las nuevas condiciones de trabajo post covid-19, el teletrabajo, jornadas parciales, servicios profesionales en línea, etc., demandarán posteriormente cambios en la legislación laboral, para garantizar la generación de más fuentes de empleo.

En el caso de los perdedores, se deben establecer instrumentos que permitan la capitalización de las empresas más afectadas, como las relacionadas con el turismo, ya que de lo contrario este sector no se reactivará fácilmente. Podrían, por ejemplo, las empresas de seguros emitir pólizas para servicios médicos durante la estadía de los turistas. En este mismo orden de ideas, es necesario promover el consumo, no el consumismo, ya que a este rubro corresponde gran parte del producto interno bruto del país. Para ello, una reducción temporal del impuesto al valor agregado puede ser un buen incentivo al consumo. Si hay más consumo, habrá base imponible, de lo contrario no habrá impuestos que cobrar.