A nivel global, y a seis meses de encontrarnos bajos los efectos crueles de un virus inmensamente efectivo que nos obliga a un cambio radical de nuestros estilos de vida, los países se ven obligados, por presiones sociales y económicas, a comenzar a reabrir sus puertas y respirar. La disrupción sostenida de viajes internacionales y domésticos no es posible, y un sinnúmero de países, incluido El Salvador, abren sus aeropuertos y fronteras. A nivel global, al momento 98 países tienen abiertas sus fronteras para viajeros internacionales.

Hacia finales de este mes de septiembre, todos y cada uno de los países centroamericanos tendrán sus respectivos aeropuertos listos para recibir a la tal ansiada carga de reactivación económica. En el lenguaje de la salud pública, estos se conocen como “viajes internacionales no esenciales”, y estos no están exentos del riego de importar el virus SARS-CoV-2. Por ello, su implementación debe ser gradual, dinámica y creativa en términos de ajustar restricciones. Dos elementos importantes que las autoridades de gobierno y tomadores de decisiones deben considerar para minimizar este riesgo, se relacionan con la implementación de medidas que realmente protegen y aquellas que fomentan una falsa sensación de seguridad. ¿Pero cuál es la evidencia real al respecto?

En base a la evidencia publicada que hasta el momento se tiene acerca de los mecanismos de transmisión del virus, así como experiencias prácticas y consideraciones operativas podemos asegurar lo siguiente: la toma de temperatura corporal ya sea a la salida o entrada de un país, no es una herramienta confiable para detectar individuos con infección del virus SARS-CoV-2.

Similarmente, y basado en la historia natural de la infección del virus, así como el desempeño demostrado por las pruebas de laboratorio hasta ahora disponibles, incluyendo el rRT-PCR(reacción en cadena de la polimerasa con transcripción inversa en tiempo real)recientemente promulgado por el MINSAL, no son confiables para gestionar el riesgo de importar el virus SARS-CoV-2 y pueden alimentar una falsa sensación de seguridad.

El reglamento de salud internacional (RSI), según el artículo 36 y el Anexo 6, expresa que la documentación de los resultados de las pruebas de laboratorio relacionadas con el virus SARS-CoV-2 no puede constituir un requisito para salir o ingresar a un país o territorio. Según la Organización Panamericana de la Salud, una prueba de rRT-PCR daría un resultado negativo durante los primeros 1-3 días después de la infección, ya que la carga viral aún no estaría en niveles detectables. Por lo tanto, un resultado negativo no garantiza que una persona esté libre de infección, ya que podría estar incubando el virus.

Un viajero de un lugar con transmisión comunitaria generalizada con una prueba negativa 2-3 días antes de la llegada, podría haber estado expuesto entre el momento en que se tomó la muestra y cuando abordó su vuelo. Por lo tanto, podría llegar con una prueba negativa y ser pre-sintomático en el período de incubación o no estar realmente infectado.

Una prueba negativa a la llegada también podría ocurrir en las primeras etapas de la infección. Un punto adicional se relaciona con el uso racional de las pruebas de laboratorio, que son esenciales para la vigilancia epidemiológica, y que al momento se encuentran en niveles rojos de disponibilidad a nivel mundial.

Medidas como las que el MINSAL propone para la reanudación del tráfico aéreo, como la exigencia de PCR al viajero, no conducen al alivio de nuestro desastre económico, sino a desincentivar el turismo a nuestro país, y más aun, demuestran nuevamente la falta de capacidad de nuestro sistema de salud. Una vigilancia epidemiológica estricta y efectiva del viajero es la única solución viable para minimizar el riesgo a la importación del virus. Pero claro, esto requiere inteligencia y creatividad.