Pedro Pablo Kuczynski renunció ayer a la presidencia de Perú, un día antes de que el Congreso votara una moción para destituirlo por sus supuestos lazos con la empresa brasileña Odebrecht.

La salida de Kuczynski genera incertidumbre en el país que será anfitrión en abril de la Cumbre de las Américas, a la que asistirá el mandatario estadounidense Donald Trump y una treintena de gobernantes más, incluido el venezolano Nicolás Maduro, pese a haber sido eliminado de la lista de invitados.

“Pienso que lo mejor para el país es que yo renuncie a la presidencia de la república”, dijo Kuczynski en un mensaje al país por televisión, acompañado por los miembros de su gabinete ministerial.

Tras recibir la carta de renuncia de Kuczynski, el presidente del Congreso, el opositor Luis Galarreta, inició una reunión con los líderes de las bancadas para examinar los pasos a seguir. Entre las posibilidades está que rechacen la renuncia e insistan con la moción de destitución hoy.

“No quiero ser un escollo para que nuestra nación encuentre la senda de la unidad y armonía que tanto necesita y a mí me negaron”, agregó Kuczynski, de 79 años, primer presidente que pierde su puesto por el escándalo de Odebrecht.

La empresa brasileña confesó que pagó a políticos y empresarios latinoamericanos millones de dólares en soborno y dádivas para asegurarse contratos de obras públicas.

La presión contra Kuczynski creció en las últimas horas tras la divulgación de un vídeo que muestra a Kenji Fujimori intentando convencer a otros parlamentarios de que apoyen a Kuczynski con la promesa de obras públicas en sus distritos. El apoyo de Kenji evitó la destitución del presidente peruano en diciembre.

A cambio, Kuczynski indultó a Alberto Fujimori (1990-2000), que cumplía 25 años de cárcel por corrupción y crímenes de lesa humanidad. Pero la maniobra también desató una guerra interna en el partido Fuerza Popular que lidera su hermana Keiko.

Kenji y otros 12 diputados que lo apoyan fueron expulsados o se marginaron del partido mayoritario en el Congreso.

La situación en Perú era de completa calma, sin expresiones públicas de júbilo ni pesar, mientras preventivamente la policía se mantenía en alerta. Galarreta dijo que había hablado con los jefes militares y éstos le expresaron su pleno respeto al orden constitucional.

En contraste con la calma en Perú, en Venezuela líderes del chavismo celebraron con burlas y música la dimisión de Kuczynski.