Está comprobado, las personas pueden volverse adictas a recibir likes en las redes sociales, esto explica porqué cada día hay más personas haciendo cualquier cosa para obtenerlos; algunos transmiten por medio de redes su diario vivir o cualquier tipo de situaciones, porque lo importante no es lo que se transmite si no ver crecer el número de likes que la publicación obtiene, se vuelve un objetivo primario y permanente el acrecentar la “aceptación” social de lo que opino o lo que publico, esto libera en el cerebro humano la dopamina, que al igual que otras adicciones, es la que se encarga de nuestro sentimiento de placer o satisfacción.

Tanto es el problema de la adicción de los likes que ya Facebook, el inventor de este mecanismo de aceptación social, está dando marcha atrás, y por lo menos, en su versión para Australia, ha comenzado a eliminarlo, para dar paso al experimento de contrarrestar el efecto de los like tanto en Facebook como en Instagram. Igualmente, esta carrera por los like ha llevado a crear los famosos “influencer” que con audiencias grandes en número de likes, cobran dinero y se lucran de esas audiencias, algo que para Mark Zuckerberg es una farsa que debe desaparecer. De hecho, las redes se han convertido en un campo de batalla manipulable, comprable y aunque poderoso, cada vez menos confiable, considerando incluso las intervenciones de otros estados en elecciones presidenciales de otros países, usando ejércitos de falsos perfiles y generando o decantando opinión pública de forma intencional por medio de “clientes” y sus opiniones.

Pero es innegable que las redes sociales nos están acompañando en el quehacer diario, según los datos de las mismas compañías de servicio de internet, en nuestro país existen 3.1 millones de usuarios de Facebook, somos el tercer país de la región con más usuarios de esta red; en general usamos casi 5 redes sociales por persona, el 90% usamos las redes sociales a diario y por lo menos el 30% las usan unas 7 horas a la semana. Esto ha creado mundos paralelos, uno digital e irreal y uno del día a día, que muy generalmente no corresponde a lo que en lo digital se puede modificar, llevándonos a tener dificultades para entender y diferenciar uno de otro.

Lo digital está presente, pero si no hay una guía correcta podemos llegar a experimentar problemas psicológicos como la adicción a los likes, a vivir un mundo de fantasía en el cual puedo mejorar mi cuerpo, mi rostro, mis condiciones económicas, fingir lo que no soy y ser aceptado, tener múltiples personalidades, desarrollar capacidades digitales que en la vida de las personas no se alcanzan, porque el anonimato, la facilidad de agresión, la dominación conceptual por medio del respaldo generalizado “bullying digital” funciona para darme una posición que no tengo de ninguna otra forma.

Los expertos están ahora recomponiendo la situación, incluso Facebook ha sido más honesto declarando su culpabilidad al censurar a grupos de personas según sus pensamientos en temas importantes como el aborto o la agenda homosexual; es decir, las mismas compañías entraron al juego de falsear la red para fines determinados, lo que les ha hecho perder no solo usuarios sino también credibilidad, por ello es importante que la adicción a los likes y la manipulación de las redes sea eliminada, los expertos ahora están buscando el aprovechamiento más real de la conexión entre las personas, que las redes vuelvan a su objetivo de conexión entre iguales y a ser un medio que también pueda aprovecharse para el comercio mundial, de forma más honesta.

Volviendo a la adicción, la hay también al uso permanente de la herramienta, al consumo de la última tecnología; Se calcula que vemos el celular por lo menos unas 150 veces al día, en una interconexión permanente entre lo real y lo ficticio. Si usted cambia de ánimo según el número de likes de su perfil, se toma millones de fotos buscando la imagen perfecta para compartir, juzga a otros por el número de likes que tiene, piensa en lugares para tomarte el selfie perfecto y no puede salir de su casa sin el teléfono, es posible que tenga o esté desarrollando un nivel de adicción que merece atención.