La agencia de riesgo soberano Fitch Ratings ha advertido recientemente sobre los riesgos para el Estado de Derecho en El Salvador y los enormes riesgos del entorno político para el clima de negocios y los inversionistas.

La calificadora afirma que los “repetidos enfrentamientos” del presidente Bukele con la Asamblea Legislativa, la Corte Suprema y los medios de comunicación, “debilitarán los controles sobre su autoridad” y advierte que “a largo plazo, el menoscabo de Bukele de los controles institucionales sobre su autoridad podría debilitar el Estado de Derecho. Esto socavaría el entorno empresarial de El Salvador y limitará el atractivo del mercado salvadoreño a inversionistas extranjeros”.

Fitch elevó además el riesgo político para El Salvador y denota que hay más riesgo de cara a las elecciones y sus eventuales resultados.

Como vemos, no son buenas noticias. Es importante bajar la temperatura, reducir la conflictividad política y propiciar entendimientos. Ningún clima de negocios será positivo si no hay reglas claras, si no se respeta el Estado de Derecho y se genera certidumbre y predictibilidad para los inversionistas. El país urge de este clima positivo porque necesita encarecidamente de inversiones frescas ante su profunda depresión económica y su crisis fiscal que se ha agravado con la pandemia.

Más allá de los resultados electorales de febrero próximo, El Salvador necesita navegar en aguas tranquilas y por rutas seguras, las aguas turbulentas solo causan mayor zozobra y mayores riesgos para aquellos empresarios nacionales y extranjeros que buscan hacer negocios en el país.