Durante las últimas tres semanas, las noticias sobre los huracanes en Centroamérica ocuparon las principales portadas de periódicos de todo el mundo y las noticias de cadenas internacionales. Se veían escenas de las inundaciones en Honduras y Nicaragua, así como el deslave en Guatemala. Las cadenas internacionales de televisión abrían sus noticieros con esta situación y algunas hasta movieron a sus corresponsales a las zonas de desastre, incluyendo San Salvador.

Pero a medida que el sol empieza aparecer en la región y la magnitud del desastre causado por estos dos huracanes empieza a contabilizarse, entonces, ya no somos noticia para las cadenas internacionales. La mañana del jueves, era más importante investigar las condiciones en las que la princesa Diana dio una entrevista a la BBC hace 25 años. La noticia de los huracanes fue la tercera o cuarta de los noticieros. A la noticia de la princesa Diana –seguramente refrescada por la serie de Netflix The Crown– le dedicaron casi cinco minutos, a Centroamérica alrededor de un minuto.

Esa es nuestra cruda realidad en Centroamérica. Somos noticia cuando el sensacionalismo forma parte de ella, pero luego la comunidad internacional se olvida, los medios internacionales se ocupan de cosas banales y se olvidan de nuestra gente. A nuestro pueblo nos toca pagar por la reconstrucción, muchas veces a costa de mayor endeudamiento y actos de corrupción. Pero aquí en la región quedan miles de personas con hambre, sin hogar, potencialmente enfermos. Nuestros migrantes en el exterior ya hacen colectas para sus compatriotas y el resto del mundo se olvidará de nosotros hasta nuestra próxima desgracia. Así de cruel.