AFP.


Los incendios en la Amazonía están generando un efecto desastroso en la imagen de Brasil en el mundo con un cóctel de bosques calcinados, inacción del gobierno e insultos presidenciales, alertan analistas.

El país "vive la mayor crisis de imagen de los últimos 50 años", dijo el exministro y embajador Rubens Ricupero al diario O Globo.

En tanto el diario Folha de S.Paulo aseguró que la crisis amazónica es "el mayor desastre en la historia de la diplomacia brasileña de las últimas décadas".

"Quedamos solos y pasamos vergüenza", añadió el periódico.

Mientras batallones de internautas oficialistas apoyan activamente al presidente Jair Bolsonaro en las redes, una parte de los usuarios de Twitter vuelcan su descontento con el mandatario ultraderechista, al que también juzgan muy severamente la prensa brasileña e internacional por su manejo de los incendios esta semana.

"Entre fallas, idiotez, chovinismo, ignorancia, patadas y mil desconocimientos, Bolsonaro va construyendo su imagen en el mundo y destruyendo la de Brasil", escribió un usuario.

Los incendios adquirieron una dimensión internacional el pasado fin de semana, con la decisión del presidente francés, Emmanuel Macron, de incluirlos en el menú de la Cumbre del G7 en Biarritz, tuiteando: "Nuestro hogar se quema".

La misma tarde, bajo presión, Bolsonaro convocó una reunión de crisis y movilizó por decreto a cientos de militares para combatir los fuegos.

Pero luego el presidente subió bruscamente el tono contra París, apartándose de los límites acordados por la diplomacia.

- "Un paria internacional"-
Con Macron deseando que los brasileños tuvieran "pronto" un "presidente a la altura", ministros del gigante sudamericano multiplicaron los dichos desdeñosos y provocativos contra Francia.

El martes, Bolsonaro pareció situarse en un impasse al pedirle a Macron que "retire sus insultos". Y este miércoles reiteró su exigencia.

"Nunca había visto a un presidente brasileño expresarse de esa manera", sostiene Gaspard Estrada, especialista de América Latina en la universidad francesa Sciences Po, asegurando que esto "dejará huellas".

Si bien su mayor enfrentamiento fue con Francia, Bolsonaro también tuvo encontronazos con oenegés y otros países por la cuestión amazónica.

Para Robert Muggah, del Instituto Igarapé en Río de Janeiro, Bolsonaro "ha dañado las relaciones del país con sus aliados, como Francia, Alemania y Noruega".

Primero Berlín y luego Oslo suspendieron sus subsidios a fondos de conservación en la Amazonía. Bolsonaro incluso aconsejó a Noruega que envíase sus subvenciones a la canciller Angela Merkel para "reforestar Alemania".

Al igual que Francia, Irlanda ha amenazado con no firmar el acuerdo de libre comercio UE-Mercosur. Finlandia está considerando boicotear la carne brasileña.

"Brasil pasó de ser un modelo mundial de la preservación forestal a convertirse en un paria internacional. El presidente solo puede culparse a sí mismo", dijo Muggah.

No obstante, Bolsonaro afirma haber "restaurado la credibilidad de Brasil".

El país, que acogió la Cumbre de la Tierra de 1992 en Río, realizó esfuerzos elogiados por la comunidad internacional en la lucha contra la deforestación en la década de 2000.

- "A espaldas del mundo" -
Para Estrada, "Brasil está destruyendo su política exterior" y "está en gran medida aislado".

Más allá de su proximidad con Israel, Bolsonaro puso todos sus huevos en la canasta estadounidense, un giro de 180 grados para la diplomacia brasileña, que no ha tenido hasta ahora contrapartida.

Aunque Donald Trump le expresó el martes en un tuit su "apoyo incondicional" contra los incendios, "Estados Unidos no apoyó a Brasil a la altura de las esperanzas de Bolsonaro en el G7", explica Estrada, que destaca la "ingenuidad" del presidente brasileño.

"Bolsonaro le dio la espalda a todo el mundo", y "el efecto sobre la imagen y la reputación internacional de Brasil durará", predice. "Olvidó que su despacho no es la Casa Blanca, sino el Palacio de Planalto", en Brasilia.

La crisis en la Amazonía se produce en un clima diplomático ya degradado desde la llegada al poder de Bolsonaro en enero. El exmilitar ha enojado a grandes socios de Brasil con gestos intempestivos.

Tal fue el caso de la China "comunista", el primer socio comercial de Brasil, con el que tuvo que suavizar rápidamente el tono. Luego fue el mundo árabe, cuyas amenazas de boicots a las importaciones de carne brasileña enfriaron el ardor de Bolsonaro, que quería transferir a Jerusalén la embajada brasileña en Israel.

En América Latina, ya abrió una guerra de declaraciones contra el probable próximo presidente argentino, el "izquierdista" Alberto Fernández.

"Como le quedan todavía más de tres años de mandato, no veo posibilidades de recuperación de la imagen de Brasil en el exterior", comentó Ricupero.