Este hecho inédito en la historia reciente de El Salvador ha puesto en cuestionamiento la separación de poderes y la institucionalidad democrática, dicen los expertos. Desde Estados Unidos, el país que más fuertemente ha reaccionado y nuestro aliado más importante, se escuchan voces que advierten que la relación bilateral y la cooperación se verán afectadas por estas decisiones. Con la influencia estadounidense en las decisiones de la banca multilateral, esto es algo que debería preocupar enormemente y no es conveniente despreciar las advertencias de funcionarios del Ejecutivo y Legislativo norteamericano.
Lo cierto es que sin una Sala de lo Constitucional independiente, no queda ningún control sobre los demás poderes del Estado y eso no es bueno para la democracia. La Sala está supuesta a dar protección a los ciudadanos de los abusos de un funcionario o una institución estatal pero ¿podrá ocurrir eso ahora? ¿cómo afectará la seguridad jurídica y la visión de los inversionistas sobre El Salvador al verse rotos los pesos y contrapesos del Estado de Derecho?
Son decisiones que evidentemente preocupan, que más allá de la decisión política de una Asamblea votada mayoritariamente, la institucionalidad democrática empieza a flaquear y a generar mayor incertidumbre sobre el presente y el futuro del país. El país necesita mucha sensatez y sabiduría, necesita soluciones a sus problemas más profundos pero sin pasar por traumas que nos compliquen aún más.