Reprimir a la delincuencia, la extorsión, y golpear el corazón de las finanzas de las pandillas, así como sus financistas, es importante para disuadir el accionar pandilleril; sin embargo, una medida como ésta debe estar soportada en una política criminal de Estado, o en su defecto en un plan de seguridad que conlleve indicadores de gestión y de eficacia, porque la historia reciente nos ha demostrado que entre más se reprime a las pandillas más proliferan; de modo que buscan la manera de mutar la operación criminal, sobre todo en aquellos lugares donde encuentran caldo de cultivo como cárceles, zonas marginales, escuelas públicas y mercados.

Los últimos gobiernos solo han estado atacando el efecto de la violencia pandilleril, como la extorsión, amenazas, desapariciones de jóvenes, asesinatos y finanzas que, dicho sea de paso, las pandillas ya sobrepasaron la capacidad del Estado para investigar delitos o combatir la extorsión. Pero no ha existido un verdadero enfoque para combatir la raíz de la violencia pandilleril, ya que su origen se encuentra en los grandes problemas sociales, como la desigualdad, la pobreza, la falta de oportunidades, dificultad en el acceso a una educación gratuita y de calidad; de modo que, para eliminar la delincuencia, primero debemos coser los tejidos sociales debilitados.

No deseo que se malinterprete este artículo o que se entienda que la represión no es importante, claro que lo es, pero de nada sirve, si no hay un enfoque en la prevención integral de la delincuencia juvenil, es decir, construir una política criminal de Estado que tenga cuatro ejes de abordaje: antropológico, criminológico, sociológico y axiológico. Para algunas personas, todo esto es paja académica; sin embargo, las pandillas lo han entendido muy bien, porque ellos encuentran su crecimiento y desarrollo en la pobreza y en la miseria que proviene de la exclusión del hombre por el hombre (antropología) y es ahí donde aprovechan para adoctrinar y reclutar niños y niñas, dándoles poder con una arma.

Así que esos niños, al sentirse excluidos y sin el amor de un padre o madre que les oriente, encuentran una familia entre el barrio que ha sido marginado por el Estado y la sociedad, que hoy les persigue. En consecuencia, el crimen, la extorsión y los asesinatos, se combaten cuando se comprende cómo actúa la mente criminal (criminología), pero no se puede erradicar lo que no se conoce, y es ahí donde la sociología entra al interpretar el porqué de los comportamientos sociales, de un determinado asentamiento de personas, con carencias y necesidades no abastecidas.

Ante el escenario anterior, cobra sentido la educación con valores (axiología), es decir, solo se podrá erradicar la violencia pandilleril, si el Estado proporciona a sus ciudadanos las condiciones necesarias para la autorrealización (no asistencialismo), o sea, creando la atmósfera para que los salvadoreños compitan en igualdad de condiciones, así como lo hicieron Singapur o Finlandia, en los años 60, que invirtieron una gran parte de sus recursos en educación, es decir, en el capital humano y por ello ahora tienen un nivel académico muy competitivo y con un ingreso per cápita similar al de Austria.

Por lo tanto, si logramos entender que el futuro de El Salvador está en realizar una fuerte inversión en educación con valores, enfocado en la primera infancia, desarrollando escuelas aprendiendo-haciendo, que tengan laboratorios y talleres vocacionales, donde se les enseñe a los niños a desarrollar talentos y habilidades, así como a respetar a los profesores, autoridades y las leyes. Sin duda alguna en unos 20 años podríamos estar cosechando los primeros frutos, o sea, palpando espacios libres de violencia y respirando una cultura de paz. Pero es importante que le apostemos a la niñez y que eduquemos con valores a la generación venidera; de lo contrario, estos niños serán los pandilleros del mañana, si continuamos con la terquedad de no invertir en educación, ya que un país educado, delinque menos, elige de mejor manera sus autoridades, no emigra, son patriotas, generan empleo, producen riquezas y tienen inventiva; pero no se podrá lograr, si tenemos padres de familia irresponsables y profesores que hacen como que enseñan, porque el Gobierno hace como que les paga.

Así que se debe dignificar con una excelente remuneración a los profesores, dado que será difícil que mejore la enseñanza en El Salvador, si al profesor le faltan alimentos en su hogar, de manera que la cadena de mejora continua está vinculada a la profesionalización de los docentes en todos los ámbitos, para que éstos a su vez, transmitan el conocimiento con amor y pasión. “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Proverbios 22:6