La reciente elección a puerta cerrada y en secreto de los comisionados del Instituto de Acceso a la Información Pública que representan al gremio de periodistas empezó mal y terminó mal.

Una elección apresurada, sin mayor participación de las asociaciones de periodistas, ha dejado un Instituto que de nuevo es cuestionado, pese a la imparcialidad que hasta la fecha han demostrado sus miembros.

Pareciera que existe un temor a dotar de un alto grado de independencia al ente contralor que define los alcances del derecho de acceso a información en manos de las autoridades.

Esto ha sido cada vez más evidente, si se tiene en cuenta la frecuencia con la que los entes obligados recurren a la justicia contenciosa administrativa para detener los efectos de las resoluciones del IAIP.

Pero en el caso de esta elección del comisionado que representa a los periodistas, se priva al Instituto de una opinión conocedora de las interioridades de una actividad que en forma cotidiana enfrenta y supera las barreras que impiden o limitan el derecho a saber. El efímero paso de los comisionados cuestionados y su posterior renuncia, muestra que era urgente revisar la elección efectuada, y que no queda más que elegir de nuevo a personas más idóneas e independientes.