Muy pocas veces como ahora hemos tenido la oportunidad de quedar evidenciados en cuanto a lo que en todos estos años, desde los acuerdos de paz a la fecha, hemos construido en materia de atención pública, me refiero a servicios de salud, agua y organización para emergencias.

El coronavirus ha venido no solo a sacudir nuestra economía o nuestra salud personal, también viene a sacar de los temas olvidados la inversión en salud pública, la calidad de nuestros hospitales, la capacidad de renovar sistemas de atención y la capacidad instalada para eventos pandémicos y epidémicos.

Sin duda, quedamos todavía abajo en cuanto a inversión en salud. Ahora que se necesitan los cuidados intensivos nos percatamos que son muy pocos, que entre los privados y públicos no tenemos capacidad instalada suficiente, que se necesitan respiradores automáticos, más camas y hospitales con más espacio, personal médico calificado e investigación científica.

La inversión en salud si bien ha venido creciendo, requiere especial atención y ahora se demuestra que al igual que la educación son la base para una mejor vida social, que sin salud y educación los problemas se hacen más grandes, por ello un reenfoque de los presupuestos futuros será una obligación, un enfoque basado en lo que el coronavirus está impactando debe hacerse, no solo pensando en más recursos operativos sino en equipos y ampliaciones de la oferta hospitalaria, igualmente en capacidad de movilización de pacientes, aislamientos adecuados y todo lo que estamos tratando hoy de improvisar a toda velocidad y por qué no pensar también en el mejor método de financiamiento o inyección permanente de recursos.

Es cierto que ningún sistema de salud del mundo, los más avanzados y los más completos han sido capaces de enfrentar el coronavirus al 100% pero han salido airosos aquellos con tecnología, capacidades y permanente enfoque preventivo en la salud de la población.

Lo bueno es que hemos tenido una capacidad importante para responder de parte de la población que se ha metido de lleno a cumplir la cuarentena y lo mejor que pueden las restricciones de movilización y contacto social, pero hace falta más.

El coronavirus también nos vino a recordar lo que estábamos discutiendo un par de meses atrás: la necesidad de más agua potable de calidad y su acceso, ya que ahora la mejor prevención es lavarse las manos con agua y jabón pero mucha de la población no tiene suficiente agua y de calidad para ello, poniendo en riesgo la buena intención de cualquiera de acatar las indicaciones de cuarentena.

Lo que estoy señalando no es culpa del gobierno actual, a ellos les ha tocado administrar lo que hay, un sistema politizado en gran medida, sindicalizado en otra y con una reforma integral de salud que no sabemos si ya está en camino o implementada o por donde va y que resultados reales nos ha dejado en términos de salud, pero si le corresponde a este gobierno moverse del discurso político basado en la seguridad pública al de salud y educación para que mucho del recurso se destine a mejorar lo que hoy está saliendo a luz, pues evidentemente se necesitará un hospital más que un buque de guerra, sin detener claro está el proceso de construcción del control territorial y demás temas que ya sabemos van aparejados.

El momento está claro, es para unificarnos frente al enemigo común (pandemia ) y eso incluye ser analítico y anotar en bitácora las cosas que pudieron o pueden ser mejores, para en el futuro inmediato estar preparados porque por lo visto tendremos más retos pandémicos y económicos que nos emplazaran a contestar con población en mejor condición de salud y más educada.