La reciente encuesta del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Centroamericana revela el enorme repudio que la población tiene sobre los partidos político en lo que a corrupción se refiere. Aunque es una percepción generalizada, los partidos Arena y FMLN son los más afectados, derivado, sin duda, de los vergonzosos escándalos que han perseguido a sus expresidentes.

Pero aunque esos dos partidos son los más afectados por esa percepción es importante entender que la población manifiesta un rechazo generalizado a las prácticas políticas de corrupción y en ese sentido, ningún partido del pasado, presente o futuro son inmunes tanto a caer en esos vicios como a sufrir el repudio de la población. Hay que recordar, por ejemplo, que los expresidente Saca y Funes tuvieron enormes niveles de popularidad. Algo que cambió a elevados niveles de rechazo tras descubrirse sus desastrosas administraciones.

El estudio del IUDOP advierte que la deteriorada imagen de los partidos políticos de mayor trayectoria en la palestra política del país no es nueva; sin embargo, el hecho de que más del 40% de la población salvadoreña también considere corruptos a los partidos de más reciente creación representa una importante barrera en su meta de obtención de votos para los próximos comicios. En el fondo, lo que sucede es que la población está decepcionada con la política y los políticos y su nivel de tolerancia hacia la corrupción es cada vez menor.

La clase política debe entender que la opacidad, el ocultamiento de información y la falta de rendición de cuentas son también factores que la población toma en cuenta y observa con detenimiento. Después de las experiencias de Saca y Funes muy poco queda por imaginar en la política salvadoreña.