Estados Unidos y Holanda cierran mañana en el Groupama de Lyon el Mundial femenino de fútbol más importante de la historia. Las estadounidenses, que jugarán su quinta final, parten como favoritas y defienden título. En las gradas contarán con el apoyo de miles de aficionados que han cruzado el charco para respaldar a uno de los combinados deportivos más queridos del país, ajenos a las polémicas políticas que han acompañado a las vigentes campeonas durante todo el mundial.

Alex Morgan, una de las grandes estrellas del campeonato, prefiere no aclarar la cuestión sobre una posible visita a la Casa Blanca una vez finalice el Mundial.

“Creo que tomaremos esa decisión una vez termine el partido del domingo (hoy)”, decía a la prensa Morgan. Se ha hablado mucho antes de tiempo sobre la Casa Blanca y sobre Trump, pero antes que eso tenemos un trabajo pendiente, y de todos modos creo que todos ustedes ya conocen la respuesta”.

Enfrente, una selección holandesa que jugará su primera final de un mundial, tras deshacerse en semifinales de Suecia por un gol a cero. Lieke Martens, sustituida en el descanso de ese partido es ahora mismo duda debido a un golpe en el pie.

Será además la segunda vez en la historia que dos mujeres se enfrenten en los banquillos durante una final. Hoy, a las nueve de la mañana hora salvadoreña, empieza a rodar el balón. El ganador ya se conoce: la afición.