El último Informe que publicó el PNUD, sobre Desarrollo Humano destaca que El Salvador se encuentra en una posición interesante con respecto al bono demográfico, lo cual supone un periodo donde la población activa e inactiva en edad de trabajar superan en cantidad a las personas económicamente dependientes, o sea, niños y adultos mayores. Se estima que esta ventana estará abierta hasta el año 2033, de modo que las decisiones que el país realice en favor de la juventud, en los dos próximos años, serán un sólido fundamento para coadyuvar en el desarrollo humano.

Sin embargo, el bono demográfico no es garantía per se de una mejora en las condiciones de vida de las personas más vulnerables, dado que en El Salvador, el 37.9 % de los jóvenes entre 15 y 19 años, abandonó sus estudios, debido a que algunos de estos jóvenes son un sostén importante en su familia y, por otra parte, la delincuencia, las drogas y la presión pandilleril contribuyen a la deserción escolar. De la misma manera, el 18.5 % de los jóvenes entre 16 y 29 años, que pertenecen a la población económicamente activa, tienen prestaciones sociales y remuneraciones de acuerdo con sus tareas.

En consecuencia, el nuevo gobierno tiene en sus manos una oportunidad única, para aprovechar al máximo el bono demográfico, ya que el plan de seguridad de control territorial que se está implementando, sin duda ha rendido frutos positivos, por lo que sería bueno enlazarlo transversalmente con el sistema educativo y con el clima de inversión para la atracción de capitales extranjeros. De modo que se construya todo un esquema, en el que florezcan profesionales emprendedores, mano de obra de calidad y se provea a los salvadoreños un empleo digno, más allá de una maquila o un call center.

Pocos gobernantes han entendido los tiempos y han efectuado los cambios generacionales que han impactado a naciones, por ello pienso que este es el momento oportuno para volcar recursos y esfuerzos conjuntos para trabajar con los niños y jóvenes, aprovechando que estará abierta la ventana del bono demográfico, hasta el año 2033; en ese sentido, es imperioso que el señor presidente logre reunir a las mejores mentes del país, para construir un plan ambicioso basado en formar a la nueva generación de ciudadanos con valores.

Para ello se requiere modificar todo el sistema educativo actual que está basado en la ponderación, por repetición y memoria, pero no premia el talento, ni se enfoca en descubrir mentes brillantes; al contrario, se reprime a los niños problemáticos o con el mal llamado déficit de atención, denominado un trastorno para algunos educadores, pero en realidad es la respuesta a los problemas del país, por todos esos niños que son tratados como retardados mentales, por el simple hecho de no acoplarse al sistema educativo actual que es aburrido, monótono y estático.

Todos estos niños y jóvenes denominados problemáticos y con déficit de atención, y lamentablemente algunos de ellos medicados para bajarles las revoluciones, llevan intrínsecamente un gran potencial que no es descifrado ni entendido por algunos docentes actuales, porque el sistema educativo cree que el niño inteligente es aquel que siempre sale bien evaluado en la mayoría de sus asignaturas; sin embargo, las buenas notas solo prueban que puede recordar y repetir, mas no prueba que es inteligente, la inteligencia va más allá de un buen resultado.

Por ello es importante desarrollar un nuevo sistema educativo, basado en competencias y habilidades, donde se evalúe al dicente por rúbrica, para no estar evaluando esos largos contenidos teóricos que, dicho sea de paso, algunos docentes quieren que las respuestas sean literales, y no dejan margen para que el niño o niña piensen. Se debe comprender que el mercado laboral actual les paga a sus empleados por saber hacer y no necesariamente por tener un título universitario, así que es más importante que los niños aprendan desde temprana edad a desarrollar competencias, que a recordar los múltiples libros.

En suma, El Salvador no posee muchos recursos naturales como otros países, así que la mejor inversión que se puede hacer, “es apostarle al capital humano” en la que se forme una nueva generación de ciudadanos capaces de crear empleo y de cambiar la realidad del país generado nuevas invenciones.

“Anima, estimula, e impulsa para que los niños no dejen de soñar”.