Hoy en día, la idea del diálogo se utiliza mucho en el contexto de la sociedad, en lo que respecta a la tolerancia y respeto por las diferencias de los otros miembros de la misma. El diálogo supone siempre el ejercicio de escuchar al otro y conocer su forma de opinión, su pensamiento, sus ideas.

El diálogo sincero es muy importante en todo momento. Sin embargo, hay situaciones sociales en las que el diálogo gana un poder preeminente y es realmente útil para resolver problemas: esto es así, cuando hablamos de conflictos, de peleas entre personas o incluso países, de que sea necesario llegar a un acuerdo, etc. En todos estos casos, el problema a resolver siempre llegará a mejores resultados, si esa solución se busca a través del diálogo y de la puesta en común de los elementos que la componen.

La comunicación se construye y desarrolla en función del lenguaje, como un requisito natural de éste, como una realidad interactiva de cada comunidad y de su tiempo. Desde el fundamento del lenguaje, la comunicación contribuye a uno de los requerimientos más constantes y acelerados del tiempo que vivimos: el sentido humano de la identidad. La comunicación se da cuando corresponde con la realidad del sujeto y el intercambio de ideas. Cuando se entiende que éstas no son partes exclusivas, sino bienes compartidos. Esto es: “La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha”.

Vista así la comunicación, aunque sea tan esquemáticamente, tendríamos que afirmar: “La comunicación es el diálogo directo del hombre con el hombre. Es la base de todas nuestras relaciones, el verdadero punto de apoyo de toda nuestra existencia pensante”.

La comunicación, como expresión de la inteligencia humana, permea, por tanto, todas las actividades en lo social, en lo político, en lo económico, en lo artístico, en lo científico, entre el pasado y el futuro, de lo individual a lo colectivo. Un diálogo describe a una conversación entre dos o más individuos, que exponen sus ideas para intercambiar posturas. En ese sentido, un diálogo es también una sana discusión que surge con el propósito de lograr un acuerdo, un compromiso.

Podríamos describir al diálogo verdadero como la acción que se da entre dos o más personas y que presume un intercambio de ideas, expresiones, palabras y puntos de vista. El diálogo genuino supone siempre el ejercicio de escuchar al otro y conocer su forma de opinión, su pensamiento, sus ideas. Un ejemplo de este significado que tiene la palabra que nos ocupa, podría ser: “El Gobierno de El Salvador establece un intenso diálogo con la empresa privada para encontrar una solución a los diferentes problemas del país y establecer así un acuerdo, con una hoja de ruta clara, que nos lleve a mejorar la situación económica del país, la seguridad y el bienestar de sus habitantes”. Sería la mejor noticia para los salvadoreños, ¿no lo cree usted?

Pues bien, en el pasado Enade 2019, se escucharon dos buenos mensajes, uno por parte del Presidente de la República, Nayib Bukele: “…El lunes, hablamos en el Enade sobre buscar entendimientos con la empresa privada y lo sostenemos (…) Necesitamos la voluntad, no solo la voluntad del pueblo, que está, no solo la voluntad del Gobierno, que está, y no solo la confianza del sector privado, que está, sino la voluntad del sector privado (…) El mejor programa social es un empleo”. Y el otro mensaje, por parte del presidente de ANEP, Lic. Luis Cardenal: “Esta es una ventana de oportunidades que no va a mantenerse abierta durante mucho tiempo. Es nuestro momento de construir una visión de nación que nos incluya a todos, de que desarrollemos un plan nacional que permita que vayamos encontrando solución a los problemas que tenemos, este es el momento de hacer una propuesta estratégica de El Salvador”.

Por eso reitero que, solo mediante un verdadero diálogo se pueden “unir” ambos mensajes. El diálogo que se produzca entre gobierno y empresa privada para generar el desarrollo, ayuda a construir una mejor sociedad.

En su uso más habitual, el diálogo es una forma presente tanto en el discurso oral como en el escrito, en donde se comunican entre sí dos o más personas. Se trata de un recurso válido y adecuado para intercambiar ideas por cualquier medio, ya sea directo o indirecto. De todas formas, suele hablarse del diálogo como una exposición e intercambio de pensamientos, donde se aceptan las posturas del interlocutor y los participantes están dispuestos a modificar sus propios puntos de vista.