Los sostenes push-up acolchados, los trajes de encaje y las modelos delgadas y voluptuosas de Victoria’s Secret han moldeado las percepciones del público de cómo lucir “sexy”. Pero un número creciente de marcas de lencería está respondiendo al descontento de las consumidoras que quieren verse mejor representadas y siempre verse provocativas.

Desde la oferta de una gama más amplia de tamaños de copa y tonos de piel, hasta la celebración de diversidad en campañas y pasarelas, las marcas de prendas íntimas venden más que sostenes. También venden inclusión.

Las cifras de ventas publicadas por Edited, firma de tecnología de venta al por menor, sugieren que los bralettes y sostenes deportivos son cada vez más preferidos por sobre los sostenes push-up que mejoran el escote.

Por eso mismo, por este cambio de moda, las tiendas de Victoria’s Secret están cerrando en Estados Unidos, porque con el paso del tiempo van vendiendo menos.

Los sellos independientes, como la nueva empresa estadounidense ThirdLove, han llenado un vacío en el mercado al servir a mujeres que luchan por encontrar sostenes del tamaño adecuado. Cuando Heidi Zak cofundó la marca en 2011, ella simplemente quería proporcionar sostenes que le quedaran mejor que los de su tienda anterior, Victoria’s Secret.

Sin embargo, algunos fabricantes de lencería han encontrado formas de expandir sus rangos de tamaño de manera rentable, lo que contribuye a lo que Harrington llama una “guerra de talla de sostén”. El Savage X Fenty de Rihanna, por ejemplo, produce lencería para tipos de cuerpos de tallas grandes (hasta 3X y 44DDD) además de tamaños rectos, con otras marcas que llegan hasta 46H o más.

Origami Customs, con sede en Montreal, ofrece lencería con afirmación de género a clientes transgénero, entre otros. Con la visibilidad trans en un máximo histórico, la marca ha duplicado las ventas en los últimos cuatro años, según el fundador Rae Hill.