Ya sabemos que en El Salvador manejamos de la peor manera, con la ley de la selva, sin ley de tránsito que se respete ni policías que impongan orden. Eso lo tenemos claro todos. Pero la ola de accidentes de las últimas semanas debe preocuparnos y llamarnos a la reflexión sobre las tragedias que estamos provocando.

Un par de jóvenes estudiantes de enfermería fueron atropelladas en La Unión, una anciana fue arrollada por un vehículo que corría a excesiva velocidad, sobre la carretera al Aeropuerto y una pareja pereció en una colisión en la zona de Chalchuapa. Todos accidentes horribles.

Para que dimensionemos lo que está ocurriendo en nuestras calles y carreteras, ya suman 509 muertos en accidentes de tránsito en lo que va del año, casi cuatro personas fallecidas diariamente en los más de 7, 244 accidentes ocurridos en estos cinco meses.

Ya sabemos que la alta velocidad que manejamos, la distracción al volante que generalmente provocan los celulares que usamos y la “viveza” de invadir carril, son grandes causantes de estos accidentes. Pero yo sigo insistiendo que la casi nula presencia policial es parte responsable. Este es el único país que conozco donde los agentes no prestan atención a violaciones a la ley de tránsito, a menos que sean policías de tránsito. A los demás les es indiferente lo que sucede.

De nada sirve que suban multas y modifiquen leyes en la Asamblea Legislativa si no hay autoridad que se imponga. ¿Recuerdan aquella reforma de ley que multa a los que manejen lento en el carril rápido? Jamás he visto a algún policía llamando siquiera la atención y mucho menos poniendo multa a los que la infringen. Pero los diputados discuten dos semanas una reforma así, con todo y discursos ante el pleno, para nada. Sin autoridad que la imponga, no sirve.