Eran casi las 9:00 de la noche, del 9 de agosto, pero de 1995. Hace 22 años llovía y los habitantes de la finca El Carmen, de Nuevo Tepetitán en San Vicente creyeron que el gigante Chinchontepec había despertado.

Los habitantes relataron, en ese momento, que escucharon un gran estruendo, dos grandes explosiones y por úlitmo una extensa luz que iluminó el cielo que lloraba. No era una erupción, sino el Boeing 737, del vuelo 901 de Aviateca, que acababa de impactar el coloso.

Ese aparatoso accidente cobró la vida de 65 personas, entre ellos dos embajadores, el de Brasil en Nicaragua, Génaro Antonio Muccido y el embajador de Dinamarca en El Salvador, Palle Marker. El avión cayó en una zona escabrosa y tardaron tres días en recuperar los cadáveres, que según los relatos habían quedado esparcidos en la zona del impacto.



El avión, procedente de Miami y con destino hacia San José, Costar Rica había hecho escala en Guatemala, haría en El Salvador y Nicaragua, sin embargo, después de despegar en el aeropuerto La Aurora, del país vecino, la poca visibilidad por la lluvia lo habría sacado de su ruta de vuelo e impactado con el volcán de San Vicente.

Los reportes indican que 58 personas eran pasajeros y siete tripulantes: dos pilotos, tres sobrecargos y dos mecánicos.



La Fiscalía General de la República inició una investigación luego que los administradores del aeropuerto internacional negaran entregar las cintas magnetofónicas con las últimas conversaciones de la tripulación y la empresa Aviateca ofreció una recompensa de $575 a la persona que entregara o diera información de la caja negra del vuelo.

El aparatoso accidente causó consternación a nivel mundial y el nuncio apostólico desde el Vaticano envió sus condolencias a las familias de las víctimas que habían viajado al país para reconocer los cadáveres.