Las imágenes de playas abarrotadas de personas sin las más elementales medidas de prevención ante el covid-19 hacen pensar que la población simplemente bajó la guardia y se olvidó de la pandemia durante la Semana Santa, tal como temíamos. Por muchas playas y negocios en la zona costera del país, no se veía gente con mascarillas ni guardando la más mínima distancia.

Esperemos que estos descuidos no traigan una serie repercusión en la salud de la gente, en los contagios masivos de personas y en la eventual llegada de pacientes a los hospitales. La pandemia sigue ahí afuera y no se ha ido. A diario se sigue detectando más de un centenar de casos y mueren personas. Es cierto que ha llegado un millón de vacunas y que quizás el país ha sido de los que mejor ha combatido la pandemia en Centroamérica, pero la enfermedad sigue ahí afuera.

Está claro que el hartazgo pandémico nos ha llegado, que le hemos perdido el “miedo” a la pandemia, pero ahora no es un asunto de temor, sino de racionalidad a la hora de cuidar la salud. Vienen días complicados, mañana martes se reinician las clases de manera semipresencial en el sector público y aunque la vacunación masiva de maestros ha sido un éxito, hay que recordar que los jóvenes por naturaleza querrán sociabilizar más e interactuar después de un año de no verse, y eso es también un riesgo.

Hay que insistir en que la pandemia sigue ahí, es una realidad y sigue matando gente que deja familias dolidas. La vacunación es un paso hacia acabar con la pandemia, pero el comportamiento responsable de la población es un muro de contención mayor que se debe seguir sosteniendo con firmeza.