El 15 de Octubre de 1979, en medio de grandes tormentas, llegó una brisa al país que abrió esperanzas de evitar la guerra que vendría después, pero no pudo tomar fuerza por circunstancias trágicas, lo que nos condenó a doce años de lucha fraticida que destruyó el tejido social del país y causó enormes pédidas humanas y económicas, cuyas consecuencias persisten.

El último golpe de Estado de nuestra historia , que se ejecutó temprano del 15 de Octubre de 1979, no fue una asonada tradicional, pues detrás existía un sólido proyecto enfocado en modernizar el país y terminar la cadena de tiranías militares que habían manejado El Salvador desde 1932; y dada la presencia de jóvenes oficiales que estaban de acuerdo en eliminar aquel legado, se buscaba comprometerlos en apoyar una Proclama enfocada en conceptos básicos como:

  1. Garantizar la vigencia de los derechos humanos

  2. Establecer una distribución más equitativa de la riqueza, acompañada de un incremento al desarrollo


III. Eliminación de toda violencia y corrupción

El suceso fue gestado durante siete años por jóvenes civiles y un militar, quienes contribuyeron a preparar la Proclama. Esta se basó en un análisis histórico y coyuntural del país, en cinco libros de gran autoridad, sobre todo ´´El Salvador, la Tierra y el Hombre´´, del Dr. David Browning, catedrático de la universidad de Oxford, y contaba además con la inspiración de las homilías de San Romero. En su lúcido libro ´´ The Protection Racket State´´, el Dr. David Stanley expresa: ´´Con respecto a reformas socio económicas, la Proclama fue más allá que el Acuerdo de Paz firmado en 1992´´. Los libros del Dr. Browning y del Dr. Stanley están basados en las tesis doctorales de ambos.

A pesar de que la Junta Revolucionaria de Gobierno surgida del golpe estaba compuesta por elementos moderados de la izquierda, por el Partido Demócrata Cristiano, por pequeños empresarios, por sectores independientes y por el Partido Comunista, todavía no comprometido este con la lucha armada; sectores extremistas de derecha e izquierda, y militares ahora desprestigiados, la boicotearon ferozmente. Estos últimos fabricaron desde el principio un pacto con el Partido Demócrata Cristiano que causó la renuncia, en Enero de 1980, de la mayoría de los miembros del gabinete, y dio lugar a una nueva Junta que tomó el poder, desatando una cruel represión que hizo estallar la guerra que duró 12 años, y que culminó por cansancio y presión internacional, en el Acuerdo de Paz, que no se cumplió enteramente.

Años después, varios de los citados militares fueron condenados por jurados de Estados Unidos y enfrentan la justicia local; líderes de la extrema izquierda que combatieron el proyecto lucen desacreditados, y el Partido Demócrata Cristiano está reducido a un grupúsculo. Los partidos políticos surgidos del Acuerdo, después de gobernar 30 años, fueron derrotados en el último evento electoral y enfrentan serias crisis.

Hay que señalar que en medio de tanto dolor, el golpe de Estado de 1979 comenzó a abrir las puertas a la libertad política, sirvió como un ejemplo para terminar con las dictaduras militares de Latinoamérica, y dejó el legado de una Reforma Agraria que, de no haber sido acompañada posteriormente por una cruel represión y si hubiera contado con un manejo más cuidadoso de expropiaciones, varias de ellas injustas o torpes, hubiera tenido más éxito.

Nos debatimos ahora en una nueva guerra, en este caso de carácter social con la aparición y el fortalecimiento de las pandillas, lo cual es una herencia de aquella ruptura del tejido social y de falta de oportunidades y educación; sin embargo, nuestra población tiene esperanzas que el nuevo Gobierno avance en erradicar la corrupción e ineptitud. Ojo, los tres primeros conceptos de la Proclama siguen pendientes.