Las claves del poder, enseña prácticas útiles que son aplicables en situaciones muy variadas. Ciertamente puede ocurrir que unos capítulos parezcan más interesantes que otros, por sus particulares circunstancias. Entender la real dinámica del poder, es consustancial a las reglas políticas de obligatorio cumplimiento, pero que no están escritas, aplicándose un catálogo de penas. Las claves del poder da un paso consistente que profundiza en descifrar los códigos del poder, ese poder que es previo al Estado y el cual se manifiesta a través de las leyes, pero que éstas mismas leyes protegen a determinados funcionarios que cometen delitos, en eso precisamente consiste en descifrar el poder para identificar que personajes están detrás del poder. Los favores articulan el poder, pero a su vez las investigaciones que realizan las instituciones que controlan el poder político tales como: la Fiscalía General de la República, la Corte de Cuentas, la Procuraduría de Derechos Humanos y otras instituciones, de esta manera se identifica el poder paralelo que no es el poder a que se refiere la Constitución, sino las personas que están detrás del poder, que son los que gestionan como ejercer el gobierno.

Entender como se gestiona el poder produce una amplia cobertura teórica y pragmática que hace referencia Las Claves del Poder y que en esta dinámica ciertos funcionarios cometen delitos y las sombras del poder los persiguen para que el orden jurídico y político se restablezca, iniciando procesos legales en su contra. De tal manera, que los culpables y responsables de las violaciones constitucionales y legales deben de ser de igual tamaño del problema que se investiga, porque de lo contrario no se ha encontrado a los verdaderos culpables lo cual nos indica que hay más gente detrás del cometimiento de los ilícitos. Las negociaciones por el poder están influidas por multitud de factores, unos objetivos y otros subjetivos de diferentes naturalezas, unos económicos, políticos, sociales y después pasan al proceso de comunicación a intercambio de argumentos.

La lógica es poder, de tal manera que si su causa está apoyada por la lógica utilizada con decisión, hay que tener presente que no se convence a un ignorante con un argumento. En política hay que actuar para ganar, la acción y la victoria son hermanas gemelas es por ello, que hay que comprender que el propio poder político hay que visualizarlo y utilizarlo para ganar, tomando en cuenta que no es un proceso exclusivamente racional, porque además intervienen las emociones, los temores, los estados de ánimo, las ambiciones, los prejuicios y las percepciones.

Prevalecer es para el político más difícil, que llegar al poder, esto depende de lo siguiente: Vigilar atentamente como el poder se desenvuelve en la realidad, para que en su oportunidad saberse retirar a tiempo que es el arte más arte de la política. En el bloque dominante hay una lucha para definir y resolver el problema de la ausencia de una fracción dominante, pero llama la atención que no se resuelve por arriba ni tampoco por abajo, lo cual tiene una significación política que hay que ponerle mucha atención, pues ese grupo dominante ha dejado de ser dirigente, no es de menos mencionar que quien ejerce el poder tiende a abusar de su posición, pero existen mecanismos de control del poder que limitan al mismo y que no siempre en la política todo es posible, sin embargo, la negociación es una expresión de poder y que además es una actividad rigurosamente política y que el poder es el que danza en la mesa de toda negociación política, es así como se concibe que la negociación es una expresión de poder y que dentro de ello todo conflicto es negociable, pero no siempre es negociable. La personalidad de jefe de estado debe ser reconocida como un hombre prudente, equilibrado y sobrio. Así funciona la verdad efectiva de las cosas. Hay que tomar en cuenta que el político nace y se hace aparejado de la ambición por lo que se aconseja al político el conocimiento de la técnica de las alianzas, especialmente con el adversario porque es el sujeto político que más une. El zorro bota pelo, pero no las mañas viejas.