El vecindario se está incendiando. Nuestros tres vecinos más próximos afrontan una gran inestabilidad política que ha provocado serios problemas de institucionalidad democrática, violaciones a los derechos humanos y fraudes electorales.

En este contexto, El Salvador en su conjunto -Gobierno, oposición, empresa privada y sociedad civil entera- debemos fortalecer el compromiso con la democracia, los derechos humanos, la institucionalidad y con una visión de estabilidad, certidumbre, seguridad jurídica. El único camino que nos queda es apuntar a mejorar nuestra situación, comprometidos con objetivos comunes. El Salvador ya sufrió demasiado de dictaduras militares, conflictos armados y malos gobiernos. Ahora tenemos que ver hacia el futuro porque necesitamos prosperidad, desarrollo y mejores condiciones de vida.

No podemos apuntar a la inestabilidad de Nicaragua u Honduras donde caudillos autoritarios han violado descaradamente la Constitución y reprimido todas las protestas opositoras atropellando derechos humanos y libertades fundamentales de sus pueblos. Tampoco podemos mirar hacia Guatemala y su institucionalidad destrozada por la corrupción. Esos malos ejemplos no los podemos seguir, al contrario, la decisión debe ser ver hacia un futuro democrático con progreso y estabilidad.