No sabemos cuáles son la razones que motivaron a don Hugo César Barrera Guerrero a poner su renuncia a Alianza Republicana Nacionalista, Arena, aunque en el fondo creo que todos las sabemos; y si la dirigencia actual no le presta la importancia que tiene este terrible hecho, o si lo ven de manera simplista, de verdad que vamos mal.

Tendrían que empezar por hacerse la pregunta: ¿quién es don Hugo y qué papel ha jugado en el partido? Para los que no lo saben, don Hugo fue el candidato a la vicepresidencia de la República acompañando al Mayor Roberto d’Aubuisson en las primeras elecciones que participó Arena y que además ganó, aunque no lo quisieron reconocer ni nacional ni internacionalmente.

Desde sus inicios como instituto político, ahí ha estado don Hugo Barrera; hablar de don Hugo es hablar de uno de los grandes líderes que ha tenido Arena y que se ha mantenido fiel a sus principios aun y cuando “le hicieron la camita” como se dice en buen salvadoreño, no una, sino varias veces.

Cada vez que Arena lo necesitó, ahí estuvo don Hugo, sin esperar nada a cambio, motivado nada más que por su cariño hacia la patria, haciendo eco a aquellas palabras legendarias de nuestro máximo líder: Primero El Salvador, segundo El Salvador y tercero El Salvador.

Donde quiera que don Hugo sirvió a la patria dejó una huella imborrable. Fue ministro de Seguridad Pública, fue ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales y fue presidente de CEPA, solo por mencionar algunos altos cargos que ejerció con transparencia, responsabilidad y manos limpias; y cada vez que dejó cada uno de esos cargos, dejó tras de sí un vacío inmenso en todas las personas que tuvieron el lujo de trabajar con él y conocer un poco de su capacidad, experiencia y buen corazón. Hablar de don Hugo es hablar de un hombre con una alta sensibilidad humana, que no piensa dos veces cuando se trata de ayudar a alguien; que ve en todos los individuos, sin importar su condición social, política o religiosa, a seres humanos y como tales los sirve y los atiende.

Acaso ustedes no saben que cuando se enteró que en Arcatao, un pequeño pueblo en el norte de Chalatenango, cuyo alcalde era del FMLN y había prohibido que la ambulancia del pueblo le prestara servicios a los areneros, don Hugo de sus propios recursos le donó a la oficina de Arena en el pueblo una ambulancia, con la condición de que tenía que servir para todos los habitantes, sin importar el color de su partido. ¿No me creen? pregúntenle a María Chichilco, ella vivía a la vuelta y presenció la entrega del vehículo que por cierto tuvo que sortear una cantidad de obstáculos y “miguelitos” que habían tirado a la calle para que se le arruinaran las llantas cuando se llevaba al pueblo.

O quizás ignoran que, cuando vio a una señora con una extraña enfermedad en la piel, llena de úlceras, sin pensarlo dos veces la llevó adonde su médico personal para que la tratara, corriendo él con los gastos médicos; y eso solo por mencionar dos ejemplos, pero así ha sido con muchas personas que se vieron beneficiadas de su gran corazón y que además lo guarda en el anonimato, porque nunca quiso que las demás personas supieran lo que hacía por los demás; porque no lo hacía como político, lo hacía como hombre de bien preocupado por sus semejantes.

De ese Hugo Barrera estamos hablando, y aquellos que seguramente están diciendo que está bueno que salgan los viejos para darle espacio a los jóvenes, déjenme decirles que mucha energía y fuerza podrá aportar su juventud; pero sin la capacidad, la experiencia, la mística y el compromiso por el país que tiene este viejo que están dejando partir, de nada les va a servir su entusiasmo.