Al parecer no hemos caído en cuenta que las economías del mundo están siendo influenciadas, y probablemente mantenidas dentro de límites establecidos, por la naturaleza. Que nuestro planeta entra al 2021 con una recesión económica más profunda que la experimentada durante la segunda guerra mundial. Que nuestra Centroamérica retrocede en su desarrollo social y económico alcanzado durante la última década, que nuestros pobres serán más pobres, y nuestros niños menos niños. Es un virus, cuya aparición y transmisión ha sido influenciada por la sobrepoblación mundial, la globalización, el calentamiento global, entre otros. Es un virus, producto de nuestra filosofía homocéntrica, endiosada p or los selfis, y el internet. Y después de este, muy probablemente y en un periodo de tiempo no mayor a cinco años, sino cambiamos fundamentalmente nuestra manera de vivir, tendremos una situación similar o peor, de nuevo, y seguiremos aislándonos, distanciándonos y así por los siglos de los siglos.
Por esta falta de conciencia global, es que muchos científicos, como Fran Baum y Sharon Friel, están proponiendo la necesidad de elaborar no solamente una vacuna biológica, sino también una vacuna social. Ellos argumentaron en la revista médica de Australia que necesitamos ir más allá de una visión biomédica para resolver esta pandemia viral, social, económica, y política. La metáfora de una vacuna social nos llama a la reflexión de la necesidad de un cambio de paradigma de la visión biomédica del sector salud, donde el esfuerzo se concentra en la construcción de grandes hospitales, hacia los factores distales subyacentes que causan enfermedad y sufrimiento. En dicho artículo, los referidos científicos proponen cuatro componentes integrados dentro de esta “vacuna social”: vida con seguridad, oportunidades equitativas, un planeta habitable con apoyo a la biodiversidad, y una gobernanza justa.
El primer componente de vida con seguridad incluye sistemas de protección social, empleo, vivienda, fiscalidad progresiva, tratados internacionales que promuevan la paz. El segundo componente de oportunidades equitativas se fundamenta principalmente en establecer un sistema educativo universal, público y gratuito; una sociedad inclusiva de razas, sexo, y discapacidades. El tercer componente, se basa en una regulación global que contrarreste todas aquellas actividades humanas que dañen nuestro planeta. Por último el cuarto componente tiene que ver con una gobernanza justa que se enfoca en un sistema robusto de responsabilidad política, con una sociedad civil organizada fuerte y protegida por la legislación. Esta vacuna social de Baum y Friel, muchos pensarán es una total utopía. Y probablemente lo es.