Armando Durán tenía solo 17 años cuando fue secuestrado en diciembre de 1986, por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), una de las organizaciones guerrilleras que conformaban el FMLN. Tras la declaratoria de inconstitucionalidad contra la Ley de Amnistía, don Armando decidió emprender un proceso judicial contra sus secuestradores y se logró el proceso contra el sujeto que lo vigiló durante su más de un mes de cautiverio. Lamentablemente, el viernes se supo que una jueza no considera el secuestro hecho por guerrilleros como un “crimen de lesa humanidad” y dejó en la impunidad el caso.

Durán no solo denunció a los autores materiales, sino también a la comandancia de la guerrilla salvadoreña aglutinada en el FMLN. Su secuestro quedó en la impunidad. Bajo este precedente judicial, los secuestros de Armando Borgonovo, Roberto Poma, Ernesto Regalado, el embajador sudafricano y decenas de salvadoreños también quedarían en la impunidad. La jueza de este caso ha amnistiado a los secuestradores de don Armando. Este hombre, a quien no conozco, merece toda la admiración por su valentía de buscar justicia.

¿Hay esperanza de que las víctimas de la guerra, de ambos lados del conflicto, encuentren justicia después del caso de don Armando Durán? Difícil. No parece haber un compromiso del sistema de justicia de reabrir casos, a veces por sus afinidades políticas, a veces por falta de valor, a veces porque simplemente no quieren complicarse la vida. Y aún sabiendo eso, admiro la valentía de don Armando de haber buscado justicia, lamento que no la haya encontrado.