¿Qué es la verdad? ¿Quién tiene la verdad? Preguntas importantes para definirnos en un mundo cada vez más difícil de comprender, porque ese mundo cada vez más nos trata de hacer ver que la verdad no existe, que todo es relativo y que cada uno es dueño de la verdad, su verdad...¿Puede sobrevivir la sociedad con verdades creadas desde la apreciación de cada uno? ¿Puede la sociedad sobrevivir con verdades flexibles? Estas son las subsiguientes preguntas, ya que la verdad no es solo un concepto etéreo, la verdad se constituye al final en la frontera de todos nuestros pensamientos y acciones, la verdad es aquello que nos determina.

La definición de verdad incluye la palabra concordancia, la verdad es la concordancia entre una afirmación y los hechos, concordancia entre lo que pensamos y lo que se sabe; lo que no es concordante entonces está fuera de la verdad, por tanto es falso. La actualidad informativa nos hace reflexionar sobre estos principios y muchos levantan las alarmas por la cantidad de fake news en circulación, muchas noticias manipulando hechos, tergiversando historias, cambiando verdades por fuerza de difusión y, por tanto, abriendo fronteras en lo que nos determina, sin embargo todo aquello que siendo falso adquiere condición de “verdad”, tarde o temprano tendrá que enfrentar la realidad de los hechos y no tendrá concordancia y será inevitablemente constituido en mentira, falsedad y engaño. Como lo dice un popular refrán “la mentira tiene piernas cortas, la verdad siempre la alcanza”. Es decir que por más esfuerzo en propagar o hacer que una mentira camine, la verdad más temprano que tarde se impondrá, porque los hechos siempre hablarán y la concordancia se establecerá.

El problema de la mentira es que destruye los valores que sostienen las relaciones interpersonales, perdiéndose entre las personas la confianza, la honestidad, la sinceridad y la veracidad, los vínculos de afecto se terminan, pues la verdad es su sustento y sin confianza no hay relación valedera.

Vivir en la mentira, usar el engaño, la palabrería para tapar la verdad es un efecto de corto plazo, podrá sacarte de un aprieto pero te irá construyendo un abismo, del que no podrás salir ileso, ya que para sostenerte habrá que crear nuevas mentiras y más cuentos, más distorsiones, hasta llegar al fondo, con consecuencias inimaginables.

La verdad nos hace libres como dijo nuestro Señor Jesucristo en el sentido espiritual, porque teniendo verdad tenemos certeza de nuestra fe. En el plano humano sucede lo mismo, si no tenemos verdad seremos esclavos y no libres, esclavos de cualquier idea que se caerá o se perderá cuando la verdad la alcance, por tanto seguiremos humo en lugar de caminos claros.

De esta reflexión lo relevante es que podamos construir un mundo de más verdades, no relativas, estas son las que se sustentan por los hechos, lo que podemos ver, palpar y reconocer como tangibles.

Las verdades, que también las hay absolutas, deben convertirse en parte de nuestra esencia, porque si asumimos las “verdades” relativas comenzaremos a tener dificultades, pues nadie tendrá la verdad y tampoco podremos aferrarnos a verdades que nos permitan límites y alcances, con verdades relativas, cada quien vivirá en su mundo de “verdades” y traducido al mundo real podemos llegar a la anarquía permanente y un ambiente contestatario porque toda verdad puede no serlo.

El gobierno y las personas que tienen calidad de liderazgo deben mantenerse siempre en el ejercicio de la verdad, aun cuando esta duela, cueste votos o signifique reconocer errores frente a otros, debe mantenerse en la verdad porque su liderazgo impacta a las personas y genera la concordancia entre lo real y lo que se piensa, pero si el liderazgo miente, engaña, oculta, tergiversa, se salva engañando, pronto caerá frente a los hechos y será mucho más complicado que cuando podía aceptar la verdad. De aquí también para los expertos unas preguntas: ¿Qué tanto podríamos llevar la mentira a constituirse en un delito? ¿Cuánto podríamos beneficiarnos de empujarnos todos a la verdad?