Tras 11 años de laborar en la institución asegura que ser bombera es la mejor experiencia que ha vivido. / Juan Carlos Villafranco


Todos los días a las 7:30 de la mañana, Marlene Vásquez, de 45 años de edad, recibe el turno de sus compañeros que laboran en el ‘call center’ de emergencias 913, asignado al Cuerpo de Bomberos de El Salvador.

Con su uniforme naranja, Marlene, una de las tres mujeres bomberas destacadas en la institución, se dirige a la zona asignada para atender llamadas de la población que solicita ayuda por incendios, rescates y hasta la captura de animales silvestres que la gente encuentra en sus viviendas.

“Nosotros estamos para atender incendios estructurales, forestales, recuperación de cadáveres, destrucción de enjambres, también agarramos las culebras. Estoy todo el día recibiendo las llamadas de emergencia pero tengo todo mi equipo listo para salir con mis compañeros cuando sea necesario”, explica Marlene de sus tareas diarias.

Marlene asegura a Diario El Mundo que durante sus dos años como voluntaria y nueve de carrera como bombera oficial, lo más difícil fue obtener el cariño y respeto de sus compañeros “por su fuerza” en las labores de rescate; sin embargo, ella se capacitó para brindar la misma calidad en atención.

La decisión de ingresar al Cuerpo de Bomberos llegó de imprevisto. Su primer empleo fue como secretaria de un despacho, pero la vocación surgió cuando su hija Gabriela Alexandra entró a la academia infantil de bomberitos.

Luego de finalizar sus labores en el despacho, todos los sábados Marlene se dirigía a la base de Bomberos mientras todavía era voluntaria, entraba en el horario de la tarde a la base y regresaba a su casa los domingos por la mañana.



Marlene agradece a Dios porque su mamá la apoyó cuando decidió abandonar su trabajo de secretaria.

“Solo le dije que me gustaba el trabajo de Bomberos y que iba a aplicar a una plaza y fui elegida. Soy bendecida porque ella siempre ha estado de acuerdo”, recuerda.

Después de tres años desempeñando la labor, fue trasladada al área administrativa en 2012, tras sufrir una amenaza de aborto de su segunda hija.

Con nostalgia, recuerda que uno de los momentos más difíciles fue cuando tenía que recuperar un cadáver en un pozo y se puso la mascarilla de oxígeno, “sentía que no podía respirar, sentía que podía quedar junto al cuerpo”, sin embargo, venció su miedo.

Según cuenta Marlene, la población a la que atiende cuando la observan en los incendios, rescates o recuperación de cadáveres, reaccionan admirados porque no esperan que una fémina les puede dar la misma ayuda que un hombre “por la fuerza”, y que cotidianamente solo hombres son bomberos; pero con el tiempo ha superado ese estigma junto a sus dos compañeras bomberas.

“No tenemos la misma fuerza (física) que ellos, pero estamos capacitados igual que ellos. Una tiene que demostrar que en realidad puede. Necesitamos más mujeres que demuestren que tenemos la capacidad de poder realizar el mismo trabajo que es considerado de hombres”, agrega Marlene.

A pesar que la bombera labora en el centro de llamadas del Cuerpo de Bomberos, indica que tiene la esperanza de volver al campo a apagar incendios y servir a la población.

Solo tres mujeres son bomberas en El Salvador. / Juan Carlos Villafranco