Las pandillas centroamericanas han crecido y están más peligrosas que nunca, evolucionando ya a niveles del crimen organizado y equiparando sus métodos al Estado Islámico, asegura un análisis del periodista estadounidense, Douglas Farah, especialiado en crimen internacional organizado y especialista en los vínculos que mantienen algunos gobiernos, el narcotráfico y los grupos terroristas.

En un artículo denominado “Central America’s gangs are all grown up”, Farah advierte que los Estados Unidos debe poner más atención a la crisis humanitaria en la frontera sur, derivada de la violencia pandilleril que afecta Centroamérica, que en los refugiados sirios que pudieran llegar.

“La extendida ola de salvajismo –incluyendo decapitaciones, mutilaciones y violaciones sexuales sistemáticas- es el resultado del creciente involucramiento de la Mara Salvatrucha y el Barrio 18 en el comercio global de cocaína”, asegura. Según Farah, las ganancias conseguidas del narcotráfico han empujado a estos grupos a mayor sofisticación y conciencia política.

“El resultado es una combinación de mensaje político que es parte teología de la liberación y parte Pablo Escobar”, señala.

Eso ha provocado la violencia entre pandillas y sangrientas disputas cada vez más brutales.

Según Farah, esta es la causa principal del alto número de homicidios en El Salvador, 105 por cada 100 mil habitantes, siendo el más alto del mundo.

“Los niveles diarios de violencia ha convertido a la vida diaria en el Triángulo Norte de Centroamérica en una apuesta potencialmente fatal. Los jóvenes son acorralados por las pandillas, aquellos que los rechazan, son asesinados y las jóvenes, desde los 11 años, son tomadas como “jainas” o esclavas sexuales’, advierte. Esta amenaza permanente es lo que hace que los padres envíen a sus hijos a Estados Unidos.

 

Territorios

Según Farah, las pandillas ocupan extensos territorios en el Triángulo Norte, reemplazado a las estructuras del Estado y convertido en una autoridad propia. “La MS es ahora un eslabón importante en la cadena que mueve cocaína hacia México y Estados Unidos, más una fuerza político-militar que una pandilla callejera”, subraya.

Esa pandilla ahora tiene rifles de asalto, casas de seguridad, vehículos y teléfonos satelitales encriptados. Según Farah, algunas de las facciones de la MS son capaces de desplegar drones para monitorear los movimientos de la Policía y de pandillas rivales.

“Con absoluta impunidad, las pandillas obligan a pagar extorsiones a negocios de los vecindarios, obligan a toques de queda, colocan bloqueos de calles y controlan el acceso a las comunidades, ellos deciden quien puede vender o trasladar drogas”, afirma.

Farah sostiene que la MS también ha instalado un sistema judicial rudimentario con castigos impuestos por la pandilla, que incluyen golpizas y ejecuciones públicas.

El poder económico es tal que en algunas zonas de Honduras, las clicas hasta financian almuerzos escolares para niños pobres.

Farah señala que el poderío de las pandillas, particularmente de la MS, está directamente ligado a la tregua, que fue utilizada para rearmarse, reorganizarse y establecer contactos más cercanos a la red de transporte de cocaína.

“El liderazgo tuvo dos años para desarrollar una estrategia política y económica, traer asesores y comenzar una profunda metamorfosis de pandillas callejeras a organizaciones criminales con control político y territorial.

Farah explica en su artículo que los cabecillas actuales de la MS buscan ahora proyectar una imagen más corporativa y han marginado a los dirigentes históricos en prisión. La ranfla libre o cabecillas en la calle, han movido a la MS a negocios semilegítimos como buses de transporte colectivo, panaderías, gasolineras y otros negocios minoristas que generan grandes cantidades de efectivo.

El periodista relata que un reciente encuentro con jefes de la ranfla libre en El Salvador fue diferente a los previos. Se reunieron en restaurantes lujosos, no en calles polvosos de barrios pobres y usaban camisas de vestir, maletines.

 

Manuales terroristas

El periodista revela que la MS está buscando cómo expandir sus capacidades operativas y emular otros actores armados en el mundo.

Farah dice que la Policía salvadoreña le mostró evidencia de un allanamiento en una casa de seguridad de la MS: documentos impresos sobre las tácticas militares de Al Qaeda, el Estado Islámico y la narcoguerrilla colombiana de las FARC.

“Esto no implica que hay un enlace entre las pandillas del Triángulo Norte y alguno de estos grupos, solamente que la MS está activamente viendo la literatura de estos grupos terroristas para aprender”, señala Farah, que cita similaridades entre la conducta de la MS y el Estado Islámico en reclutar jóvenes desempleados con pocas oportunidades económicas y luego los radicalizan con vídeos de violencia salvaje y llamados casi religiosos a las armas.