Las horribles imágenes que circulan en las redes sociales sobre un grupo de meseros de una reconocida cervecería que golpean a clientes ebrios, es un reflejo de la violencia latente con que vivimos en El Salvador. Cualquier hijo de vecino se cree con el poder de golpear a otro, dejarlo inconsciente y buscar cómo justificar luego la agresión.

¿Qué es lo correcto que debió hacerse en una circunstancia como esa? Si acaso los clientes cometieron alguna falta, amenazaron a alguien o agredieron primero, los meseros debieron llamar a la Policía o retirar con la seguridad, de manera apropiada, a los revoltosos. Pero los meseros parecieron actuar como una manada de pandilleros, agrediendo, atacando, en vaca, a un par de clientes ebrios. Simplemente es inaceptable y creo que con esos vídeos se encargaron de echarle tierra al negocio.

Los dueños de la cervecería hicieron lo correcto: despedir a los empleados involucrados, depurar a su personal después de este incidente. Efectivamente, como dijo la empresa en un comunicado: “no existe excusa alguna para apoyar la forma en la que se actuó por parte del personal”.

Yo jamás visitaría un lugar donde los meseros son capaces de agredir así a un cliente -por muy borracho que estuviera- y mucho menos permitiría que un ser querido corra el riesgo de que le suceda algo tan horrible como lo acontecido.

Las autoridades deberían investigar este incidente con bastante seriedad y dilucidar responsabilidades. Las imágenes nos muestran una situación en la que pudo haber habido hasta muertos.

Nosotros como sociedad debemos aprender que no se resuelven los problemas de esa manera, que no hay justificación ni para que un cliente actúe agresivamente en un local, pero mucho menos que los empleados propicien una golpiza de mara. Para eso están las autoridades.