PARROQUIA DE SAN SALVADOR en una pintura elaborada por Luis Enault, París, 1867. Pertenece a una colección privada, publicada por el Museo de Arte de El Salvador en el contexto del bicentenario del primer grito de independencia de 1811.

Durante siglos, después de la conquista española, el reino de Guatemala profesó la religión católica y no solo era una convicción de fe, sino una doctrina de vida. “Eran católicos militantes”, define el historiador Carlos López Bernal.


La religión católica era transversal para las castas, estaba presente desde el nacimiento de las personas con la fe de bautismo, hasta la muerte. “Usted solo existía en tanto se había bautizado y había un documento que daba fe de su bautizo”, añade el historiador.


Asimismo, la iglesia tenía el papel de educador, a través del catecismo; enseñaba a leer y escribir, y era el encargado de la salud, a través de hospicios y obras de caridad con los enfermos.


Sin embargo, la iglesia también era fuente de riquezas. “La iglesia católica había actuado como una especie de banco durante la época colonial y tenía muchos recibos, de préstamos que había hecho hace 200 años, y hacía 300 años y de pronto sacaba el recibo y decía: ‘vamos a cobrar los capitales píos, su tatarabuelo nos debía tanto y con los intereses ahora es tanto’, muchas fortunas tronaron cuando la iglesia católica hizo eso”, explica el historiador Carlos Cañas Dinarte.




La vida estaba ordenada por los campanazos de las parroquia... La misa, el rosario de la tarde que era muy común que la gente rezara el rosario”. María Eugenia López, Historiadora, investigadora. Doctora en Ciencias Sociales, graduada en México.



Ser sacerdote era una de las aspiraciones para los hijos de las familias principales, en ese entonces, y era una forma de obtener a estudios superiores. La religión católica era tan importante, que la misma acta de independencia recoge en su décimo númeral que Centroamérica seguirá profesándola “manteniendo el espíritu de religiosidad que ha distinguido siempre a Guatemala, respetando a los ministros eclesiásticos, seculares y regulares, y protegiéndoles en sus personas y propiedades”.


Antes de la firma del acta, la provincia de San Salvador había pedido a Guatemala que abriera un obispado en dicho lugar. De hecho el arzobispo de Guatemala Pedro Cortez y Larraz después de sus tres años de visita planteó la necesidad en 1778 a España. El trámite empezó y el expediente para conformar la diócesis y nombrar a José Matías Delgado como obispo fue enviado a España, previos días de la firma del acta de independencia de 1821, entonces el nombramiento se frustró debido a ese momento político.


Los sansalvadoreños siguieron reclamando una diócesis al Vaticano y tanto fue que el 30 de marzo de 1822 nombraron la diócesis y a José Matías Delgado como su obispo civil, según datos recopilados por Luis Ayala Benítez, en su tesis doctoral. El arzobispo de Guatemala rechazó este nombramiento e informó al Papa León XII, quien amonestó a Delgado y al Estado salvadoreño por tomarse atribuciones de la Santa Sede. Le dio 50 días a Delgado para retractarse o lo excomulgaría. León XII murió y asumió Pío VIII quién a pocos meses de su papado, no tuvo paciencia con la Cisma salvadoreña. Así, dictó sentencia de excomunión para José Matías Delgado y para todos aquellos que contribuyeron o se adhirieron a la Cisma, aunque les dio 30 días para retractarse; ordenó al arzobispo de Guatemala que ejecutara la excomunión en breve.



¿Fue excomulgado José Matías Delgado?


La investigación sobre el presbítero Delgado concluye que debido a que la correspondencia era tardía, el padre Delgado no recibió la excomunión del Vaticano por tres motivos: La documentación de excomunión al presbítero José Matías Delgado nunca llegó a sus manos y murió antes de eso, y debido a la expulsión del Arzobispo de Guatemala a Cuba este nunca pudo ejecutarla.


Debido a esta expulsión, el clero salvadoreño tuvo temor y


el 25 de septiembre de 1829, el Estado de El Salvador emitió un decreto retractándose de haber eregido la diócesis y electo obispo a Matías Delgado.