Entre octubre de 2020 y marzo de 2021, 3,755 menores no acompañados procedentes de El Salvador han sido interceptados en la frontera sur de Estados Unidos. Tan solo en marzo, la cifra superó los 1,500 menores que llegaron solos a territorio estadounidense. En cinco meses el número menores salvadoreños detenidos superó a la cifra de 2,189 registradaen 2020, cuando se presentó la menor cantidad de infantes salvadoreños detenidos de los últimos seis años según las estadísticas de las autoridades estadounidenses.

Claro está, la pandemia es un factor para la migración ilegal, pero también lo es que los traficantes de personas venden la falsa idea a la gente que tras el fin de la administración de Donald Trump y sus duras políticas antiinmigrantes, la frontera está abierta para todos, algo que la nueva administración de Joe Biden ha dejado claro que no es así.

El tema migratorio es muy complejo, sobre todo cuando hay menores de por medio, muchas veces padres desesperados por la separación familiar pagan miles de dólares a coyotes para poder enviar a sus hijos. En muchísimos casos, esos coyotes han abandonado a los niños en el camino o que hemos visto recientemente, los abandonan en la frontera e incluso en el desierto, sin agua ni comida. Los peligros de ese viaje irregular son enormes.

Esta migración irregular es un enorme desafío para las autoridades estadounidenses pero lo es también para las salvadoreñas que deben encontrar la forma de generar oportunidades que impidan que este fenómeno continúe.