La confrontación política es un negocio electorero, sirve para conseguir votos y desprestigiar a los adversarios políticos pero eso no soluciona absolutamente ningún problema, solo los empeora. Quemar puentes de diálogo no va a arreglar nada.
Este país necesita un clima de negocios con certidumbre y reglas claras, con justicia independiente y una democracia sólida. Solo esas condiciones pueden darnos estabilidad a largo plazo y enrumbarnos por la senda del crecimiento económico, la generación de empleos, el desarrollo socioeconómico y el bienestar de nuestros ciudadanos, cuando todo eso los lleve a salir de la pobreza y exclusión.
Pero la unidad de un pueblo para lograr sus propósitos solo puede mantenerse en un país libre y tolerante, como lo ha demostrado la historia aquí y en todo el mundo. El Salvador necesita paz, libertades fundamentales, derechos humanos, un órgano judicial independiente, elecciones libres, el derecho a tener una opinión diferente, el respeto a la diversidad. Solo así superaremos nuestra realidad.