La pandemia del coronavirus nos vino a golpear duramente en muchos aspectos sociales, políticos y económicos. Esa caída de -19.2 % en la economía durante el segundo trimestre debería hacer reflexionar al país entero de que esta crisis necesita el concurso de todos para poder recuperarnos.

La confrontación política es un negocio electorero, sirve para conseguir votos y desprestigiar a los adversarios políticos pero eso no soluciona absolutamente ningún problema, solo los empeora. Quemar puentes de diálogo no va a arreglar nada.

Este país necesita un clima de negocios con certidumbre y reglas claras, con justicia independiente y una democracia sólida. Solo esas condiciones pueden darnos estabilidad a largo plazo y enrumbarnos por la senda del crecimiento económico, la generación de empleos, el desarrollo socioeconómico y el bienestar de nuestros ciudadanos, cuando todo eso los lleve a salir de la pobreza y exclusión.

Pero la unidad de un pueblo para lograr sus propósitos solo puede mantenerse en un país libre y tolerante, como lo ha demostrado la historia aquí y en todo el mundo. El Salvador necesita paz, libertades fundamentales, derechos humanos, un órgano judicial independiente, elecciones libres, el derecho a tener una opinión diferente, el respeto a la diversidad. Solo así superaremos nuestra realidad.