El fin del enfrentamiento armado por la vía negociada, no trajo aparejada en forma inmediata la paz y la reconciliación de la sociedad salvadoreña. Esto es lo que va quedando en evidencia a medida que las víctimas de la guerra civil, comparten sus testimonios ante la Asamblea Legislativa.

Nadie quiere venganza, pero con todos se tiene una deuda histórica en aspectos tales como el derecho a la verdad, a recibir una compensación digna, así como en el tema de las garantías de no repetición y la reparación simbólica del daño causado.

Pedir perdón por parte de los señalados como responsables de graves violaciones de derechos humanos es necesario pero no suficiente. La sociedad demanda satisfacción integral y respeto a sus familiares muertos o desaparecidos.

Fue precisamente la falta de diálogo, la exclusión y los intereses foráneos en juego los que produjeron miles de muertes a lo largo de 12 años de guerra. Escuchar, dialogar y promover la reconciliación pasa por un esfuerzo nacional que supera con creces la función legislativa.

Sin embargo, la aprobación de una ley que indique el camino histórico que nos aleje del pasado y nos acerque más al futuro, será el primer paso de sanación para viejas heridas que siguen causando dolor y duelo.