Las iglesias exigirán a los fieles el uso de mascarilla y se les tomará la temperatura. / DEM


Tras el anuncio de la iglesia católica, que el próximo 30 de agosto abrirá los templos para misas con presencia de fieles, se informó el protocolo que seguirán las parroquias para evitar la propagación de covid-19.

El documento, denominado Protocolo de acciones sanitarias, ha sido elaborado por la Conferencia Episcopal de El Salvador (CEDES) y contempla las medidas que deben seguirse para la celebración del culto en presencia de fieles.

La iglesia ha establecido tres fases para reabrir los templos y en la primera que comprenderá del 30 de agosto al 15 de septiembre, permitirán el ingreso de un tercio de la capacidad de los templos.

Una segunda fase que va del 16 al 30 de septiembre, permitirá la mitad de la feligresía al interior del recinto; mientras que en la tercera fase, que iniciaría el 1 de octubre, será por completo.

"Vida pastoral ordinaria que tenga en cuenta las medidas de prevención necesarias hasta que exista una vacuna o una solución médica permanente de la enfermedad", se lee en el documento que menciona la tercer fase.



El uso obligatorio de mascarilla, la toma de temperatura y alcohol gel al ingreso y salida de los templos son algunas de las medidas sanitarias exigidas a los feligreses en la nueva normalidad para las iglesias.

De acuerdo con el protocolo, las parroquias deben establecer un equipo de apoyo, que se encargará de garantizar el cumplimiento de las medidas, la existencia de insumos de higiene, los lugares destinados para el lavado de manos y una cartera de covid-19 para evitar la desinformación.

Durante la liturgia, el protocolo recomienda mantener un solo cantor y algún instrumento, advierte que no habrá hoja de canto ni se distribuirán las páginas con las lecturas “o cualquier otro objeto o papel”.

“El cestillo de la colecta no se pasará durante el ofertorio, sino que el equipo de apoyo lo ofrecerá a la salida de la misa, siguiendo los criterios de seguridad señalados y manteniendo los 2 metros de distancia”, indica el protocolo.
El mismo documento establece que el sacerdote a cargo de la eucaristía deberá desinfectarse las manos al empezar la misa y los demás ministros harán lo mismo antes de distribuir la comunión.

“En el caso de que el sacerdote fuera mayor, establecer ministros extraordinarios de la eucaristía para distribuir la comunión”, menciona.
Al finalizar la misa, el equipo de apoyo debe garantizar que no se formen aglomeraciones y se mantenga el distanciamiento de dos metros entre las personas. Además, se encargará de desinfectar el templo, los bancos y objetos litúrgicos; el procedimiento deberá realizarse cada vez que se celebre una misa o cualquier otro acto.