Formadora de científicos, médicos y maestros, María Isabel Rodríguez, a sus 96 años, recuerda cómo el Instituto Nacional “General Francisco Menéndez”, dirigido por un militar francés, le marcó su vida. “Como que nos sometieran a una prueba para ver si aguantábamos y sí aguantábamos –recuerda– nos llevaban a atravesar un río, a la búsqueda si éramos iguales”. Cuando en 1942 llegó a la Universidad de El Salvador (UES) a inscribirse en la carrera de medicina había adoptado ya una disciplina de estudio muy fuerte.

En el Instituto tenía a maestros de nivel superior incluso al docente universitario. Aún así, el decano de la Facultad de Medicina intentó que desistiera diciéndole que esa no era carrera para mujeres. “Las quebramos en el primer año, en anatomía las quebramos”, le advirtió. Ella estaba decidida. Egresó seis años después y en mayo de 1949 se convirtió en la tercera médica graduada de la UES en una promoción en donde además fue la única mujer.

Pese a ello, no identifica grandes obstáculos en su desarrollo profesional por el hecho de ser mujer. Mantuvo esa disciplina. “La vida me ha enseñado a superarlos. Siempre he pensado que las mujeres debemos considerar que somos capaces de hacer muchas cosas que nos ha negado en la vida. Es bien importante saber que podemos hacer mucho”, reflexiona.

 

En el Inframen

En 1941 se graduó del Instituto Nacional Gral. Francisco Menéndez.



Su carrera profesional lo muestra. Se desempeñó como profesora e investigadora de la Facultad de Medicina, participó en reformas educativas de salud en México, Cuba, República Dominicana y Haití, fue consultora y representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), de la cual formó parte más de 20 años desde 1972. En 1999, se convirtió en la primera rectora mujer de la UES a los 158 años de fundada la universidad y de la cual había sido decana de la Facultad de Medicina (1967-1971) y docente (1995-1999).

“El legado más importante que dejo para los grupos femeninos es la voluntad, la capacidad de hacer, la entrega a la población”, dice.

Con un próximo reconocimiento de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la doctora Rodríguez recibirá su décimo quinto doctorado honoris causa. Tiene un especial cariño por el doctorado de la Universidad de Córdoba en Argentina, pero explica que siente una atadura con cada uno de los reconocimientos que ha recibido de las universidades. Junto a ellos, ha recibido un listado de reconocimientos, como el de heroína de la salud pública de las Américas por la OPS/OMS. Pero su mayor satisfacción han sido sus estudiantes, sus compañeros y la gente con quien ha trabajado. “Y sobre todo aquellos para quienes he trabajado”, expresa. “Las mujeres debemos ver el esfuerzo que nos exige la humanidad como un estímulo, el trabajo, el estudio y particularmente la entrega. Aquel individuo que no piensa en los demás está perdido en este mundo”. Lo más importante, dice, es el compromiso con la vida, el país y el mundo.