El candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Joe Biden, reveló esta semana un plan bastante delineado para los países del Triángulo Norte que parece tomar en cuenta la realidad que enfrentan El Salvador, Guatemala y Honduras.

Por una parte, Biden ofrece un plan de $4 mil millones para combatir la pobreza, combatir la corrupción y paliar las condiciones que causan la migración ilegal desde la región.

Es interesante que el plan incluya la búsqueda de inversión del sector privado, algo de lo que ya se ha hablado en el pasado pero que muy poco se ha concretado.

Además, ofrece centrar los esfuerzos de desarrollo económico en la modernización de las redes eléctricas, puertos y carreteras del Triángulo Norte, para que las industrias locales puedan competir a nivel mundial. A corto plazo, Biden uniría esfuerzos para duplicar la capacidad de SIEPAC, el Sistema Centroamericano de Interconexión Eléctrica, para generar electricidad para la región.

Pero la otra parte interesante parece ser una decidida lucha contra la corrupción en la región, que Biden llama en su plan “un cáncer que está carcomiendo a los países del Triángulo Norte y les impide progresar significativamente en cualquiera de sus otros desafíos clave”.

Biden ofrece aumentar la presencia de los agregados de los Departamentos de Justicia y Tesoro de los EE.UU. con el fin de combatir mejor el crimen organizado y la actividad ilícita, y crear una nueva oficina como parte de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro para investigar la corrupción en el Triángulo Norte.