Pese a que el servicio de agua potable es deficiente en Olocuilta, los negocios garantizan agua y jabón para los comensales previo a su ingreso a varios locales, además de alcohol en gel. / José A. Barrera


La actividad económica del municipio de Olocuilta gira en torno de la venta de pupusas de arroz. Después de cinco meses, las planchas de vuelven a encender y los vendedores esperan ansiosos al regreso de los clientes ahora que se reanudó el servicio en mesas.

El municipio, ubicado al sur de la capital, está a medio camino en la ruta que conecta a San Salvador con el Aeropuerto Internacional El Salvador San Óscar Arnulfo Romero, además está al paso para quienes se dirigen a las playas de la zona paracentral y en general es una parada casi obligada para muchos que viajan desde La Unión, San Miguel, Usulután, San Vicente e incluso de La Libertad.

Sin embargo, el habitual bullicio de este punto de interés gastronómico se ha reducido al mínimo.

Rubidia Escobar, quien tiene 19 años de vender en uno de los pupusódromos de la localidad, aseguró que nunca había sufrido una situación como la que generó la pandemia y, aunque es optimista, resiente la falta de comensales.

Es mediodía del viernes 28 de agosto y su plancha está apagada, tiene algunas pupusas hechas y envueltas en papel de aluminio y listas para vender, mientras espera movimiento junto a una compañera. Afuera de su local, “Pupusería El Caminante”, hay un lavamanos y desinfectante, una señal clara de que las cosas han cambiado con la pandemia. Ella porta mascarilla y tiene claro que el coronovirus aún es un riesgo.

“Primeramente tenemos un lavamanos afuera, un requisito es que el cliente se tiene que lavar y echar alcohol en gel para poder entrar, luego nosotros desinfectamos la mesa y servimos en platos desechables para comer aquí”, explicó.

Virginia Portillo, de la pupusería La Olocuilteña, aplica desinfectante a un cliente a su ingreso en la Pupusería La Olocuilteña donde implementan medidas para disminuir el riesgo de contagio de covid-19. / José A. Barrera


 

A la espera de turistas

Carmen Rosibel Esperanza Torres, propietaria de Típicos Carmencita, explicó que la pandemia les obligó a cerrar por casi cuatro meses y que, a cinco días de la reapertura de la economía, el comercio seguía siendo bajo. El negocio es uno de los más concurridos en el municipio y uno de los más grandes en capacidad de atención a comensales.

“Nosotros vivimos del turismo, tanto del interno como del externo, así es que si no hay turismo, no hay venta. En Olocuilta hay cierto porcentaje de ventas, pero no es como siempre ha sido. La verdad es que en los días de semana nuestros clientes son de turismo, ya que estamos cerca de las costas, toda la gente de la capital –cuando viaja– pasa a comer, pasa a desayunar o almorzar, como usted sabe, las pupusas son para todo el día, se pueden comer en el desayuno almuerzo y cena”, comentó.

La parálisis del sector impacta a cientos en el municipio. Roberto Ruiz, coordinador de la Unidad de Desarrollo Económico Local, de la Alcaldía de Olocuilta, dijo que de acuerdo con datos de la comuna hay unas 200 pupuserías registradas en el casco urbano, incluidas las que no están en los cuatro pupusódromos reconocidos, mientras que si se amplía a los cantones la venta del platillo típico genera beneficios para unas 300 familias.

Agregó que la alcaldía ha buscado dar apoyos a las ventas instaladas en los pupusódromos. Previo al inicio de la primera fase de la reapertura de la economía (el pasado 16 de junio), las autoridades municipales entregaron a las afectadas paquetes con 30 libras de quesillo especial, dos arrobas de harina y 15 libras de frijol, insumos que se convirtieron en un apoyo directo, mientras que se aprobó una dispensa de intereses y multas por tasas municipales.

Ruiz explicó que las medidas permitirán el pago a plazos de hasta 12 meses.

Típicos Carmencita, uno de los negocios más grandes de Olocuilta, ha ampliado a dos metros la distancia entre mesas, prioriza el uso de empaques descartables y asegura disponibilidad de alcohol en gel. / José A. Barrera


Distanciamiento y desinfección

Las pupuserías están aplicando los protocolos sanitarios para disminuir el riesgo de contagio de covid-19. En “La Olocuilteña” el proceso incluye, además del lavado de manos, desinfección de calzado y restricciones por capacidad y número de personas por mesas.

“Cuando llegan, pasan por la alfombra, se les pone alcohol gel y los ubicamos en la mesa, son cuatro personas por mesa, pero si son más se tienen que sentar por separado”, explicó Virginia Portillo.

La colaboradora de La Olocuilteña comentó que ya en la mesa les toman la orden, siempre con el distanciamiento físico y les piden el detalle de los alimentos y las bebidas. El cambio mayor es que las pupusas ya no se sirven en bandejas, sino separadas por plato para cada comensal y servidas en empaques desechables.

Lo mismo ocurre en Típicos Carmencita, donde su propietaria detalló que las medidas de distanciamiento son en beneficio para todos. “La verdad es algo difícil por el distanciamiento que tenemos, siempre tratamos de cuidar la salud de nuestros clientes, así es que usted puede ver las mesas están a dos metros”, puntualizó.

Torres agregó que hacer los cambios implica más costos. El establecimiento cuenta con dispensadores de alcohol gel, usa más empaques descartables y se requiere de una mayor disponibilidad de agua, además de mascarillas para el personal.

El movimiento comercial en los pupusódromos aún es bajo. La actividad genera un importante derrame económico que además alcanza a vendedores ambulantes y de artesanías. / José A. Barrera


“Los gastos de nosotros han incrementado, también hay que usar alcohol gel y el agua en Olocuilta, que es un lugar donde carecemos mucho del servicio potable, hay que comprarla para que el cliente se vaya satisfecho de que se le ha dado un buen servicio y que todo esté bien”, añadió.

La “nueva normalidad” será un reto para este sector ya que cuando reabra el aeropuerto (el 19 de septiembre) se limitará la cantidad de personas que acompañen a los viajeros que ingresan o salen del país.

Torres, de Típicos Carmencita, dijo que el movimiento que genera estos viajes es un importante flujo.

“Nos afecta porque cuando viene gente de los pueblos lejanos si van a traer al hermano viene la abuela, la mamá… un montón de gente y es ‘indispensable’ que pasen a comer pupusas a Olocuilta ya que es un platillo riquísimo, nuestro plato nacional y barato a la vez”, finalizó.