Los primeros de cada mes de la segunda etapa del año tienen para el país un gran significado: El 1 de mayo es el Día Internacional de los Trabajadores y el 1 de junio será la protesta constitucional y toma de posesión del ciudadano Nayib Bukele quien, conforme a la ley, deberá ejercer la Presidencia de la República.

El 1 de mayo es la fiesta de los trabajadores. Es una jornada de homenaje a los Mártires de Chicago, sindicalistas que lucharon en 1886 por la obtención de la jornada laboral de ocho horas, y también es motivo de una marcha reivindicativa, donde las organizaciones de trabajadores presentan sus principales demandas.

Para los sindicalistas salvadoreños, la celebración de esta efeméride tiene un significado especial: Se van a manifestar en las calles presentando sus reivindicaciones que, para todos los efectos, son peticiones para el nuevo gobierno.

Las exigencias de los sindicalistas sin duda estarán vinculadas a los aumentos salariales y la estabilidad laboral que necesitan para sacar adelante sus hogares; seguramente los trabajadores exigirán una reforma previsional que asegure la superación de las miserables pensiones a las que han sido condenados, después de los cambios provocados en 2017. No faltarán en la manifestación del día de los trabajadores, las consignas demandando la no privatización del agua y pidiendo un alto a la corrupción gubernamental.

La marcha del 1 de mayo mostrará qué fuerza y capacidad de movilización tienen los sindicatos y, dependiendo de la presencia que tengan en la calle, se podrá inferir si serán reconocidos como un agente social, con capacidad de interlocución válida, con buena imagen en la sociedad y capacidad de incidencia en los problemas nacionales.

El 1 de junio, de acuerdo con la ley, corresponde a la Asamblea Legislativa: Recibir la protesta constitucional y dar posesión de su cargo a los ciudadanos que deberán ejercer la Presidencia y Vicepresidencia de la República. Unos días antes se conocerá el gabinete de gobierno y Nayib Bukele comenzará a trabajar como nuevo jefe de gobierno.

En el marco del traspaso de mando presidencial, se podrán conocer varios aspectos: Primero, si el respaldo ciudadano que tiene el presidente entrante es mayor o menor del que obtuvo en las elecciones del 3 de febrero. Segundo, se conocerá el nivel diplomático de las delegaciones asistentes al acto de toma de posesión, que será una medida del respaldo internacional con el que Bukele comienza su gestión y el discurso de toma de posesión dará una idea de cuáles serán las líneas de acción, y el estilo de gobernar del nuevo mandatario.

Los resultados positivos o negativos de lo que pase en El Salvador en la segunda etapa del año, no solo dependen del accionar de los sindicalistas o del estilo de gobernar, y las acciones que impulse el nuevo presidente. Lo que suceda en el país dependerá, principalmente, de la acción ciudadana.

Si el 1 de mayo y el 1 de junio nos vamos a la playa o quedamos indiferentes en nuestras casas ante los acontecimientos, tendremos responsabilidad de lo que pase en el país. Los salvadoreños somos campeones en criticar, lamentarnos. Hoy de lo que se trata es de participar activamente en los asuntos públicos.

Toca hoy a la ciudadanía exigir transparencia al nuevo gobierno, someter a un estricto régimen de escrutinio a todos los funcionarios públicos. El control del gasto público de aquí en adelante debe ser una prioridad, igualmente demandar la rendición de cuentas sobre la gestión gubernamental, exigir austeridad y tener cero tolerancia con la corrupción. Éste debe ser el patrón de conducta.

Los salvadoreños estamos obligados a dirigir nuestra atención hacia la manera en que se tomarán las decisiones y se definan las prioridades de acción en las políticas públicas. El nuevo gobierno debe responder a las demandas ciudadanas con prontitud, eficiencia, y debe demostrar capacidad política y técnica para desarrollar medidas sistemáticas y transparentes que contribuyan a resolver los problemas nacionales.

Una de las tareas prioritarias del nuevo gobierno deberá ser la realización de una profunda revisión de la forma de funcionamiento del Órgano Ejecutivo, con el propósito de darle a la gestión gubernamental un carácter moderno, articulado eficiente. Hacer del gobierno entrante un promotor enérgico del desarrollo económico social del país. La misión del próximo gobierno debe ser ponerse al servicio de las personas y resolver los problemas de seguridad, empleo, salud y educación que nos afectan. Sin olvidar que las personas que requieren más atención del gobierno son las que tienen escasos recursos. Por el bien del país, deseo que el nuevo gobierno sea exitoso.