Hasta febrero pasado Margarita pesaba 150 libras y ahora solo 100 libras. No ha rebajado por ninguna dieta, enfermedad somática o por la práctica de aeróbicos. Ella ha bajado de peso por la angustia y el insomnio que vive desde el 8 de febrero pasado cuando su hijo mayor Esteban Alberto Morales, de 21 años de edad, desapareció.

Esa noche Esteban salió de trabajar de una pizzería en San Salvador donde laboraba como repartidor y se dirigía hacia su residencia en la colonia Santa Marta del barrio San Jacinto de San Salvador. Sus compañeros de trabajo lo vieron abordar su motocicleta y despedirse. Eran pasadas las 10:00 de la noche.

Esteban nunca llegó a su casa, donde lo esperaban su madre, su padre y su hermana menor. Margarita llamó a los amigos y compañeros de su hijo y nadie sabía su paradero. Reportó el caso a la PNC y lo buscó en hospitales, incluso contrató a un abogado para que averiguara si estaba detenido. Esteban no tomaba ni fumaba y se dedicaba solo a trabajar. Era un buen muchacho y aparentemente nunca había recibido amenazas de nadie ni se llevaba con antisociales. La motocicleta no ha aparecido.

Hasta ahora Esteban no ha aparecido vivo ni muerto. Cada vez que puede Margarita visita Medicina Legal y está pendiente de los hallazgos de cadáveres. Ella tuvo que renunciar a su trabajo de asistente en una oficina contable, porque no puede concentrarse y se la pasa siempre llorando. Se ha dedicado por completo a buscar a su hijo, mientras que su esposo se ocupa los fines de semana de buscarlo en el interior del país. No pierden la esperanza de encontrarlo vivo o muerto.

Esteban solo es uno de las 1,687 personas, la mayoría jóvenes de entre 14 y 30 años, que desaparecieron en los primeros seis meses de 2019. Según la Policía Nacional Civil y la Fiscalía General de la República la cifra de desaparecidos este año supera a la cantidad de muertos por efectos de la violencia, pues de enero a junio la cifra de homicidios alcanzó los 1,568. Es decir, hubo 119 desaparecidos (reportados) más que los muertos (reconocidos).

El informe sostiene que algunos desaparecidos reportados han reaparecido vivos, pero esa cifra no se tiene con exactitud porque los parientes no reportan esta situación. A veces la sociedad se da cuente de “reaparecidos” porque los casos se ha mediatizado a través de redes sociales y medios de comunicación convencionales. A pesar de eso es muy cierto que la mayoría de desaparecidos en El Salvador están muertos y enterrados por los criminales en cementerios clandestinos diseminados en todo el territorio, principalmente en zonas bajo control pandilleril.

El promedio de desaparecidos en el primer semestre es de 9.3 salvadoreños diarios, mientras que el porcentaje de homicidios fue de 8.7 al día. La tendencia se ha mantenido, siendo abril el mes con más muertos y enero el mes con más desaparecidos. Previo a las elecciones presidenciales mucho se conjeturaba que en enero se habían incrementado los homicidios por motivos preelectorales, pero resulta que fue en abril, cuando celebramos la Semana Santa y cuando ya las elecciones era cosa del pasado, cuando hubo más muertes violentas.

Junio, el primer mes del gobierno del mandatario NayibBukele, no ha sido diferente en cuanto a tendencia de muertos y desaparecidos. El informe oficial indica que 224 salvadoreños murieron violentamente y que 290 ciudadanos desaparecieron. Desde luego los muertos y desaparecidos de junio en ningún momento se debe al hecho de que Bukele haya asumido la presidencia, pero es un indicador de que la delincuencia está enquistada cruelmente. El presidente Bukele ha dicho algo que todos sabemos y es referente a que en los penales muchos reos gozan de privilegios y canales comunicativos que les permiten controlar el accionar delictivo ordenando todo tipo de delitos.

Por lo anterior el mandatario ha ordenado un estado de emergencia en los penales y mantiene un plan de seguridad que teóricamente es integral, con lo que se busca disminuir todo tipo de delito. Apenas ha pasado un mes y no hay resultados, porque todo gira alrededor de lo mediático, pero por ahora ese plan de seguridad debe contar con un voto de confianza de los salvadoreños para esperar buenos resultados, los que podremos medir positivamente si en el segundo semestre de 2019 bajan las extorsiones, los homicidios y las desapariciones.