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Antiguos insectos similares a los piojos se alimentaban de plumas de dinosaurio, según evidencia fósil preservada en ámbar descubierto en Myanmar.

Investigaciones anteriores han demostrado que las aves modernas están plagadas de una gran variedad de plagas, algunas de las cuales son parasitarias.

En este nuevo esfuerzo, publicado en Nature Communizations, los investigadores descubrieron que los dinosaurios emplumados estaban molestos de manera similar por una plaga parasitaria que se parecía notablemente a un piojo moderno. Estaban estudiando dos piezas de ámbar que fueron descubiertas en Myanmar: cada una tenía ninfas de insectos atrapadas dentro de ella. Las pruebas del ámbar mostraron que tenía aproximadamente 100 millones de años, lo que lo ubicaba en el Cretácico medio.

Los investigadores encontraron una nueva especie de ninfa que se destacó: un invertebrado sin alas de 2 mm de largo con antenas cortas y gruesas, garras en sus pies, dientes afilados, un cuerpo ancho y una boca de aspecto fuerte. Se parecía mucho a un piojo moderno. Los investigadores rápidamente lo llamaron Mesophthirus engeli.

Los investigadores informan que encontraron algo más que era interesante: la antigua criatura parecida a un piojo se aferraba a una pluma igualmente antigua. Y hubo daños cerca del final de la pluma, pero no cerca de su base. El daño fue muy similar al causado por los piojos modernos, ya que consumen una pluma.

Los investigadores sugieren que esto indica que M. engeli era un ectoparásito, un tipo de parásito que vive en el exterior del cuerpo de su huésped. Ese hallazgo los llevó a concluir que el espécimen que encontraron era un ejemplo de los primeros insectos que se alimentaban de plumas: antes de este hallazgo, la primera criatura conocida que hizo lo mismo fue de hace 44 millones de años. El nuevo hallazgo retrasa la fecha aproximadamente 50 millones de años.

Los investigadores señalan que las aves modernas pueden reemplazar las plumas dañadas por los piojos u otras plagas a través de la muda; sugieren que criaturas antiguas como M. engeli festejando con plumas pueden haber llevado a la evolución de la muda en las aves.