Justo en el momento de la escalada de un conflicto generado por la imposición de la voluntad política del presidente de la República, frente a las otras instituciones del Estado; una imposición que se manifiesta, entre otras expresiones de poder, con la frase: “Por más que griten los empresarios, no es el momento para abrir la economía”, se produce una reunión entre integrantes del poder económico real, y el presidente en la que, en apariencia, se trata, entre otras cosas, si son los empresarios los que gritan o son los trabajadores los que claman se les devuelvan sus puestos de trabajo y los pequeños empresarios que se les permita trabajar libremente, porque los recursos de la gente no dan para más.

¿Cuál es la naturaleza de esta reunión? Primero es de carácter eminentemente política; segundo, es una reunión en la que, aparentemente, los concurrentes civiles, asisten sin representatividad alguna, sino de manera personal. Se trata de un conjunto de personas, conocidos como “notables”, que se sienta con el representante del poder político del Estado a intercambiar opiniones sobre la pandemia de Covid-19 y los efectos de esta en la economía que pueden ser igualmente dañinos para la población.

Lo anterior podría significar que el Ejecutivo admite que las medidas tomadas para frenar la pandemia no rinden los beneficios buscados y qué hay un paralelo deterioro de la economía evidenciado por el clamor de la gente que enarbola banderas blancas para indicar que el hambre está a las puertas, como resultado de sus decisiones. Los empresarios, a su vez, llegaron a plantear la aplicación de nuevas estrategias mediante argumentos técnicos aportados por entidades como ESEN e INCAE.

De esta reunión derivan efectos políticos: a) sin que ello llegue a significar división del sector, se ha desestimado la representatividad legítima de la ANEP que reúne no sólo a un grupo de “notables” del poder económico, sino también a miles de pequeños y medianos empresarios, los más afectados por las políticas del gobierno; b) se dejó por fuera a la representación de los trabajadores igualmente afectados por el cierre de puestos de trabajo y paralización de sus medios de desplazamiento; c) una vez que, en apariencia, el Ejecutivo cede a las presiones de los “notables”, estos comparten de manera solidaria con el Gobierno, las consecuencias que la apertura de la economía, a partir del 6 de junio, pueda traer consigo. Todo ello induce a reflexionar que si el tema fundamental de la reunión fue prevenir la expansión del Covid-19, ¿por qué no estuvieron presentes epidemiólogos o técnicos especializados en la materia? Conclusión: la finalidad del encuentro fue sólo política, no sanitaria.

Estamos, pues, frente al fracaso de una supuesta estrategia del Ejecutivo de dividir al sector privado y de la aparición en la escena de actores que siempre habían permanecido con un perfil bajo dentro del quehacer político nacional: se menciona en los medios locales la presencia de Roberto Murray Meza, Francisco Calleja Malaina, Ricardo Poma, Roberto Kriete, Alexandra Araujo, Diego deSola, Mario Salaverría y Victor Saca. Otras fuentes mencionan a unos hermanos de Bukele y a Fidel Chávez Mena, este último un controversial político democristiano, excanciller y excandidato a la presidencia de la República y negociador de importantes empresas quién, aparentemente, se había retirado hace años de la política.

Esta reunión se produce en el momento crítico en el que la población teme no sólo al contagio de la pandemia, sino también a los graves efectos de la paralización de la economía, con las consecuencias directas de la falta de empleo, la incapacidad de ejercer el comercio informal y la limitación de su libertad individual.

Las banderas blancas del hambre han comenzado a ondear: de aquí a la desobediencia civil, solo hay un paso, antes de que se produzca el estallido social.