El dolor de cabeza de miles de personas esta mañana no viene de haberse contagiado de coronavirus sino de cómo resolverán su situación inmediata: alimentación, pago de servicios, préstamos bancarios. La incertidumbre que ha dejado esta pandemia tiene que ver con el cierre y la quiebra de empresas y por lo tanto, la pérdida de miles de empleos en El Salvador y en todo el mundo.

La pandemia no solo mata y enferma a los seres humanos sino también a los países a los que destruye sus economías, sus empresas, sus puestos de trabajo. El costo económico de la pandemia es enorme, interminable, el no saber cuando puede terminar esto suma la impredictibilidad.

Pese a ellos vemos en El Salvador y en muchos otros países, a los empresarios privados comprometidos en mantener los empleos hasta donde les sea posible, pagando sus salarios e incluso haciendo donativos a gobiernos y personas necesitadas. Solo en El Salvador más de 500 empresas de todo tamaño, han hecho donativos que suman millones de dólares. Las empresas quieren contribuir a combatir la pandemia, a sanar a nuestra población a ver renacer la actividad económica para que se garantice el ingreso, el empleo, la alimentación de la ciudadanía. Esto debe ser un objetivo común y el gobierno debe establecer líneas claras para lograrlo.